jueves, 28 de junio de 2018

Opinión de Tristán, sobre YA NO SOMOS TAN JÓVENES


Mi amigo de facebook Tristán de la Torre, escribió esta opinión en la red social, hace ya 3 años. No lo hice en su día, así que ahora estoy encantada de compartirla con todos.
Éstas fueron sus palabras, tal cual las escribió:

Que decir al mundo Mary Ann Geeby ,nunca había disfrutado tanto leyendo un libro ,que me atrevería a decir que es mi historia escrita de hace un año y medio , , que creo que sabes hasta como hago el amor y que me has dejado de piedra , es realmente una historia como la vida
misma , que eso es lo que pasa todos los dias , que asi es como follamos y asi es como sentimos y actuamos , como lo narra Mary Ann , gracias preciosa , no sabes como te agradezco el que me hayas echo sentir asi ,😘😘😘😘😘😘😘😘

Este fragmento me encanto , tal vez por que me dio un pinchazo en el estomago , cuando recorde , mi misma situación

miércoles, 27 de junio de 2018

LOS DÍAS GRISES Y TU MIRADA AZUL, de Lorraine Cocó.


SOBRE LA NOVELA:

Puedes adquirir LOS DÍAS GRISES Y TU MIRADA AZUL, de Lorraine Cocó, en:

·         Este enlace de amazon.

·         En diversas librerías, digitales y físicas. Yo lo compré en la Librería Inés, en el #2EventoNORA, en Santander.

Sinopsis:


Tara es diferente desde el día de su nacimiento. Su naturaleza la convierte en una entre un millón. Pero eso no la hizo sentir especial. Muy al contrario, la obligó a vivir en una burbuja que la protegía del mundo, y de ella misma.
Tras la muerte de su madre, se ve obligada a vivir bajo el techo de su padre; un hombre con el que hace trece años que no tiene contacto y al que solo puede reprochar su abandono. Pero tras las puertas de su impuesto hogar, se abrirá para ella un nuevo mundo lleno de oportunidades e inesperadas experiencias. Entre ellas, las del amor.
Shawn es un hombre que ha sabido transformar las desgracias en oportunidades, y hacerse fuerte donde otros habrían fracasado. Se ha forjado a sí mismo y se cree seguro de todo. Hasta que una chica con los ojos violetas más hermosos que haya visto jamás, lo desmonta haciendo que se replantee sus metas y sueños. Cautivo de la dulzura y la aparente fragilidad de Tara, decidirá descubrir junto a ella que no hay muros que el amor no sea capaz de derribar.

ACERCÁNDONOS A LORRAINE COCÓ:
BIOGRAFÍA (publicada por ella misma en Amazon):
Es autora de ficción romántica desde hace casi veinte años. Nacida en 1976 en Cartagena, Murcia. Ha repartido su vida entre su ciudad natal, Madrid, y un breve periodo en Angola. En la actualidad se dedica a su familia y la escritura a tiempo completo.
Apasionada de la literatura romántica en todos sus subgéneros, abarca con sus novelas varios de ellos; desde la novela contemporánea, a la paranormal, o distópica. Lectora inagotable desde niña, pronto decidió dejar salir a los personajes que habitaban en su fértil imaginación.
En Mayo del 2014 consiguió cumplir su sueño de publicar con la editorial Harlequin Harper Collins, su serie Amor en cadena, que consta de ocho títulos. Además de ésta, tiene la que denomina su “serie oscura” dedicada a la romántica paranormal y de la que ya se pueden disfrutar, La Portadora, DAKATA, y Las hermanas De’Marsi y sus extraordinarias formas de amar.
En septiembre del 2015 publicó Se ofrece musa a tiempo parcial, galardonada en 2016 como mejor comedia romántica, en los Premios Infinito. En 2015 recibió el Premio Púrpura a la mejor autora romántica autopublicada. En 2016 publicó Besos de mariposa, continuación de Se ofrece musa a tiempo parcial, y los títulos de la Serie Bocaditos: Hecho con amor y Eres la nata de mi chocolate. En 2017 publicó serie de suspense romántico que consta de cuatro novelas: Lo que busco en tu piel, Lo que encuentro en tu boca, Lo que quiero de tí, Lo que tomo de tí.
Lorraine sueña con seguir creando historias y viajar por todo el mundo, recogiendo personajes que llevarse en el bolsillo.
OTRAS OBRAS DE LA AUTORA:
SERIE AMOR EN CADENA:
Perdición Texana - HQÑ
Ríndete mi amor - HQÑ
Unidos por un ángel - HQÑ
Una boda sin fresas - HQÑ
Mi pequeña tentación - HQÑ
Gotas de chocolate y menta - HQÑ
Con la suerte en los tacones - HQÑ
Dulce como el azúcar - HQÑ

OTROS LIBROS:
Se ofrece musa a tiempo parcial - Romántica´s Cocó
Besos de mariposa - Romántica´s Cocó
SERIE PARANORMAL:
DAKATA - Romántica´s Cocó
La Portadora - Romántica´s Cocó
Las hermanas DeMarsi, y sus extraordinarias formas de amar - Romántica´s Cocó

COLECCIÓN BOCADITOS:
Hecho con amor - Romántica´s Cocó
Eres la nata de mi chocolate - Romántica´s Cocó
SERIE SUSPENSE ROMÁNTICO:
Lo que busco en tu piel - Romántica´s Cocó
Lo que encuentro en tu boca - Romántica´s Cocó
Lo que quiero de tí - Romántica´s Cocó
Lo que tomo de tí - Romántica´s Cocó
Todos ellos disponibles en digital y papel.

LORRAINE EN LAS REDES:
Facebook: https://www.facebook.com/LorraineCocoAutora?ref=br_rs
Twitter: @LorraineCoco


LO QUE YO DESCUBRÍ DE LORRAINE COCÓ:
Conocí a Lorraine en Madrid, en el RA de 2017. Era mi primer encuentro literario y del que más había oído hablar. Nos presentó la autora Yolanda Revuelta y, desde el principio, me pareció una persona cercana y cariñosa. Nos habló sobre una imprenta, qué lugares y pasos son buenos para quien se autopublica, nos mostró alguno de sus trabajos y nos presentó a personas que podrían ayudarnos en ese campo.
No la había vuelto a ver hasta el NORA de 2018. En esta ocasión, la organización preparó un encuentro específico para autoras y autores, en el que se nos dieron algunas recomendaciones y mucha ayuda, tanto a los autopublicados, como a los que lo hacen por editorial. Y Lorraine estaba allí, contándonos montones de información, incluso legal y fiscal, intentando echar una mano a quienes aún no se habían lanzado a publicar, y aclarando dudas para todos. Después coincidí con ella en algún otro momento del evento, en charlas distendidas y agradables.
Cada mañana la veo saludar en las redes y me gusta disfrutar de su planteamiento optimista y alegre, de la vida. Creo que es una suerte charlar con ella y, desde luego, leerla. Garantizo que no será la última novela que lea, de Lorraine Cocó.

MI OPINIÓN:
Preciosa, la novela. Me encantó. Y eso, a pesar de que contaba con un par de factores en contra. Primero, que no soy especialmente fan de las historias contextualizadas en pequeños pueblos estadounidenses. Lo siento, pero me quedo con lugares nuestros, mediterráneos, europeos, etc. en general, los prefiero. En segundo lugar, en esta época de mi vida me quedo con las historias de personas maduras. Y en esta ocasión, se trataba de muchachos de entre veinte y veinticinco años. Pues bien, a pesar de que he comenzado por las cosas que menos me gustan, aun así, considero que es fantástica.
El hecho de que nos cuente la problemática de una chica que tiene una enfermedad tan rara y difícil de tratar, como es la analgesia congénita, consigue especialmente la atención del lector. También ver cómo resuelve tantas primeras situaciones en su vida. Y ser testigos de primera mano de la evolución que se da en ella, pues tiene, como diría mi madre, “una auténtica papeleta”.
Esta es la primera novela que leo de Lorraine Cocó y me ha gustado mucho su estilo. Cuando no quiero dejar de leer un libro y aprovecho cada momento libre para colarme en sus páginas, es porque tiene mucho que contarnos. Las descripciones de lugares, escenas y personas son muy explícitas, de modo que ayuda a colocarse exactamente en el punto en que se desarrollan las acciones y ser casi partícipe de las mismas.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue el modo de describir los sentimientos de Tara. La tristeza inicial, al haber perdido a su madre y verse obligada, no sólo a separarse de su tía, sino a convivir con su padre y la familia de éste, a quienes ni conoce, ni quiere. Y después, todo lo que le va produciendo dolor, no físico, pero sí del alma. Sin embargo, la complicidad con su amiga, con el resto de relaciones sociales en el pueblo, con las personas de su familia, cuando las va conociendo, su valentía al querer afrontar sola una serie de situaciones en su vida, es sencillamente precioso.
Os la recomiendo: os sorprenderá y os hará pensar, recordar, vivir una preciosa experiencia de fortaleza y cariño.

sábado, 23 de junio de 2018

LA PROMESA DE NO OLVIDARTE, de Yolanda Revuelta.

SOBRE LA NOVELA:

Puedes adquirir LA PROMESA DE NO OLVIDARTE, de Yolanda Revuelta, en:

Este enlace de amazon.

También puedes comprar la BILOGÍA SKYE pulsando aquí.

En la Librería Inés, de Torrelavega.

Sinopsis:

Connor Carson regresa a la isla de Skye tras varios años trabajando como médico en África. Su decisión de retomar su vida donde la dejó se debe a que uno de sus mejores amigos ha muerto. No va a ser fácil volver a ver a Kate y más complicado será aún ocultar lo que siente por ella.

La vida de Kate McKellen ya no es la misma, su marido ha muerto. Sus dos hijos, Elliot y Matt, son su mayor apoyo. Cuando creyó que ya nada podría ir a peor, regresa al pueblo, como hijo pródigo, Connor Carson.

Nunca es tarde para volver a amar.

ACERCÁNDONOS A YOLANDA REVUELTA:

Como ya hice varias entradas contándoos mis opiniones de las novelas de Yolanda Revuelta, me limito a copiaros los enlaces para que podáis leer sobre la autora.

LA SOMBRA DE UNA MENTIRA: http://sientoyvivoluegoescribo.blogspot.com/2018/04/la-sombra-de-una-mentira-bilogia-skye-n.html

EL PAÍS DE LOS VIENTOS FRÍOS: http://sientoyvivoluegoescribo.blogspot.com/2018/01/el-pais-de-los-vientos-frios-de-yolanda.html

ALMA ENTRE BRUMAS: Esta entrada contiene una entrevista a Yolanda Revuelta. http://sientoyvivoluegoescribo.blogspot.com/2017/11/alma-entre-brumas-de-yolanda-revuelta.html

Y, DE REPENTE, UN EXTRAÑO: http://sientoyvivoluegoescribo.blogspot.com/2017/05/y-de-repente-un-extrano-yolanda-revuelta.html


MI OPINIÓN:

Yolanda Revuelta nos lo debía. A mí, a Connor y a todos los que hemos leído LA SOMBRA DE UNA MENTIRA.
Cuando leí el primero, me enganché de Connor. Sin remedio. Ya sé que no es el protagonista, pero no elijo los personajes de los que me enamoro. Y Connor me llamó a mí.
Confieso que no sabía que Yolanda publicaría esta segunda novela. Pero cuando las presentó en papel, en la Librería Inés de Torrelavega, no dudé en ir a adquirir la bilogía. Y me la devoré.
Por ser una novela tan corta, comparándola con la anterior, prefiero no entrar en el argumento, para evitar los spoilers. Pero baste con reiterar que esta autora tenía una deuda con el personaje. Y la ha pagado con creces. Seguro que los propios protagonistas de la historia le habrán dado las gracias a ella.
Precioso el detalle de “cerrar la verja” en la portada del libro.
Si has leído LA SOMBRA DE UNA MENTIRA (y si no lo has hecho, anímate), tienes mi opinión en este enlace. Luego, no dejes de devorar LA PROMESA DE NO OLVIDARTE.
Me quedo con la frase: “Cualquier camino que elijas será el correcto, siempre y cuando sea tu decisión. Confía en ti”.
Gracias, Yolanda Revuelta.

EMPEZÓ EL VIENTO, de Mary Ann Geeby.

No me apetecía salir de casa, pero no tenía más remedio. Había que comprar algo para cenar y se me echaba el tiempo encima.
Como el calor era sofocante, decidí ponerme el vestido de punto. Tenía dudas. Demasiado corto y mis piernas, demasiado blancas. Pero el calor mandaba. Corría una leve brisa, de modo que esperaba disfrutar de la sensación.
Al vestirme, estuve tentada de no ponerme ropa interior. Pensar en la impresión del aire en mi entrepierna me hizo humedecerme. Pero no tuve valor.
Luis tenía razón: era una cobardica. Él fue el que dijo:
—Esa falda es demasiado larga.
Y claro, Ángel se molestó y respondió:
—Tu lengua sí que es demasiado larga.
Ambos habían remarcado la palabrita, haciendo hincapié en la cantidad. Recuerdo que aquella conversación fue un pelín tensa. En fin… Ahora todo eso me da igual.
En primer lugar, porque no me pongo faldas cortas para que me diga algo Luis. Ni nadie. Me gusta lo que pienso cuando me miro al espejo. Supongo que eso significa que me las pongo por mí. Para mí. Sólo con el fin de gustarme. En segundo lugar, porque Ángel pasó a la historia. Pasé página.
Bajé a la calle y, al salir del portal. ¡Hummm! Cerré los ojos, para concentrarme en la primera ráfaga de aire que me acarició.
Sonreí. Las caricias del aire siempre me hacen sonreír.
Es curioso que, en invierno, no me guste nada el aire del viento. Claro que yo odio el frío. Pero adoro el verano, la sensación de calor en mi cuerpo. Y desde luego, me enamoran las caricias de aire fresco sobre mi piel caliente.
Comencé a caminar y miré mis piernas. Sí, me gustaba lo que sentía.
La falda comenzó a hacer ondas, lo cual me produjo un mayor placer. Ahora eran dos elementos acariciándome. De nuevo, la sonrisa en mi cara.
Llegué al súper demasiado pronto, así que hice las compras muy rápido. Estaba deseando volver a salir de allí. No era por la temperatura: estaba fresquito, pero no corría aire. No había caricias.
Antes de salir, me dirigí al servicio. No lo dudé ni un momento.
Me quité la braguita y la metí al bolso. Recogí de nuevo la compra y salí.
¡Wawwww! ¡La sensación fue increíble!
Mi sonrisa también era inmensa.
Caminaba despacio, queriendo alargar el trayecto todo lo posible. Me concentraba en cada paso que daba, para poder disfrutar de cada sensación de cosquillas, de cada roce del vestido en mis muslos.
Me acerqué al cruce que había frente a la urbanización. No me había fijado en el hombre que estaba en el paso de cebra. Cuando llegué me coloqué frente al muñequito, esperando verlo verde.
—Hola, Marian —me saludó.
¡Joder! La sonrisa de Luis era capaz de transportar verdaderas corrientes eléctricas por mi cuerpo. Su mirada me recorrió por completo y se paró en mis piernas.
—¡Demasiado larga! —recordó, riendo.
Yo también reí.
—¿Dónde vas? —preguntó.
—Vengo —aclaré—. Fui a coger algo de cena, antes de que cerrasen el súper. ¿Y tú?
—También vengo. De trabajar —me aclaró—. ¿Te hace una cerveza en el Vikingo? —propuso.
La tentación era demasiado grande. Pero tenía que ir a dejar las bolsas. ¡Y a ponerme bragas!
—Sí, pero voy a dejar las bolsas en casa, ¿vale? —propuse.
—No, mejor nos la tomamos según vamos. Si te metes ahora en casa, seguro que te cambias de ropa. —De nuevo su mirada se centró en la parte inferior de mi falda. Había deseo en ella—. Y yo… yo quiero mirarte las piernas.
Me encantaba el descaro de Luis.
—No es por el vestido. Es que… —¡Pero no podía decirle que no llevaba bragas!—. No, nada. Déjalo. Vamos.
Decidí que no tenía importancia. Al llegar al Vikingo, iría al servicio y me las pondría de nuevo. Sí, eso haría.
Por el camino, hablamos de banalidades. Mucho trabajo estos días, a ver llegan pronto las vacaciones, qué cerveza es tu preferida…
La terraza estaba casi vacía, pues la gente prefería el fresquito del aire acondicionado. No estaba segura de querer sentarme en aquellas sillas de barra, tan altas, que podrían dejar a la vista demasiados secretos personales. Por otra parte, renunciar al deseo que me producía era demasiado sacrificio.
—¿Podemos quedarnos en la calle, Luis? Me gusta notar el aire en…
—…tu entrepierna? —preguntó él.
Me dejó sin palabras. Nos sentamos.
—No. Quería decir en las piernas —mentí.
—¡Oh, vaya! Por un momento imaginé que no llevabas ropa interior —me provocó—. Pero tú serías demasiado cobarde, para hacer algo así.
—Claro. Soy demasiado cobarde —volví a falsear la realidad.
De repente, Luis se levantó. Colocó su mano en mi rodilla, acariciándola y preguntó con voz grave:
—¿Alhambra? Con este calor entrará genial, ¿no crees?
Me quedé como tonta, mirando su mano subir apenas un par de centímetros a lo largo de muslo. Justo cuando se introdujo por dentro de mi falda, frené con mi mano la suya y respondí:
—Sí, Alhambra. Muy fría, por favor.
Luis sonrió y se acercó a pedir, pero Toñín ya salía a preguntarnos.
—Dos Alhambras heladas, por favor —pidió Luis—. Tenemos que combatir estos calores que nos atacan —añadió, con mucha sorna.
—Enseguida, Luis. Hola Marian. —Y volvió al interior, a prepararlo.
—¿Por dónde íbamos? —me preguntó de nuevo mi amigo, fijando su vista en mi pierna una vez más.
—Un poco más arriba de la rodilla —respondí con toda la doble intención de la que fui capaz.
Luis se acercó mucho. Hasta casi tocarme con su cuerpo. Su boca, muy cerca de la mía. Y su mano volvió a mi muslo.
—¿Seguimos? ¿O no es buen momento? —preguntó, con voz muy grave.
—No… no es… un buen lugar —balbuceé luchando por sostener su mirada.
Nuestras bocas distaban apenas dos centímetros. Podía notar su aliento golpeándome en los labios. En ese instante, él estaba convencido de que yo caería en sus redes, en su beso… Mi entrepierna también lo creía.
Toñín salió en ese instante con las cervezas, patatas fritas, aceitunas y unos frutos secos. Me encantaba ir al Vikingo, pues siempre acompañaban las cervezas con tapas ricas.
—Aquí tenéis, pareja —nos dijo. Volvió al interior.
De sobra sabía él que Luis y yo no éramos pareja. Pero el capullo de mi amigo no se había separado ni un centímetro al llegar el camarero, provocando su comentario y los de los días sucesivos, supuse.
De nuevo miré a Luis. Apartándole con suavidad, cogí la Alhambra y bebí a morro. Me encanta beber directamente de la botella. Es como besar una boca fresca y dura, pero llena de sabor. Como si el verano me diera un morreo.
Él se retiró despacio, sonriendo una vez más. ¡Dios! Cuando ese hombre sonreía, todo el mundo se paraba unos instantes. Debería estar prohibido y multado provocar aquellas sensaciones en mí. Siempre se me ocurren varios castigos que pondría, como penitencia. ¡Bufffff…!
Bebió también.
Durante un buen rato, la conversación versó de nuevo sobre temas menos calientes, pero agradables y hasta sugerentes: la cerveza, los frutos secos y el calor. Ambos nos pusimos al día de los viajes que deseábamos hacer, los lugares que queríamos visitar y las ganas que teníamos de vacaciones.
Había pasado poco más de media hora, cuando Luis me dijo:
—Perdona, tengo que hacer una llamada.
—Nos vamos ya, si quieres —comenté.
—No quiero —me interrumpió. Pero al momento corrigió la brusquedad de sus palabras, explicándose—: Quiero decir que no es eso lo que pretendo. Perdona. No tardo nada.
Marcó.
—Sí. ¿Mamá? Perdona, no me esperes a cenar. Me ha surgido algo. Yo también te quiero. —Iba a colgar. Pero continuó— ¿Eh? Sí, sí. Mañana sí que voy. Un beso.
A pesar de no haberle mirado, mientras hablaba, por discreción, era evidente que había escuchado todo lo que habló. Me sorprendió, la verdad.
—Tenía que llamarla. Si no, se preocupa —se explicó—. Ceno todos los días en su casa.
—No tienes que darme explicaciones, Luis —respondí.
—Quiero hacerlo. —Y volvió la sonrisa—¿Me invitas a cenar?
—Jajajaja… No sé… —hice como si dudara—. ¿Cómo sabes que no tengo algún compromiso? —pregunté.
—Te he fisgado las bolsas —respondió—. Pizza, vino, patatas fritas, paté, embutido…
—¿Eh? ¿Qué…? ¿Cuándo me has mirado las bolsas? —le interrogué.
—Mientras cerrabas el bolso, para que no te viera eso que llevas —explicó—. Debe ser un gran tesoro, porque lo guardas con mucho celo.
¡No me lo podía creer!
Cuando llegamos a la cervecería, había comprobado que llevaba el bolso abierto. En mi afán por cerrarlo para que no se me viera la braguita, había estado a punto de romper el cierre y aquello me llevó un tiempo de recolocación, impidiendo que se viera lo que había en el interior.
Pero ¿sería cotilla, el tío?
El caso es que me apetecía mucho invitarle a cenar… Bueno, a cenar y a todo lo que se terciara. No tardé mucho en responder, pero le propuse un juego.
—Bien, acepto. Te invitaré a cenar si aciertas qué es.
—¿Qué es? ¿Qué es lo que vas a preparar de cena? —preguntó, extrañado.
—No —respondí con rotundidad—. Qué es lo que llevo en el bolso, tan celosamente guardado.
—Jajaja… Pero eso es imposible —protestó él —. Al menos, dame una pista, por favor.
Me lo pensé un poco, pero estaba claro que yo también anhelaba que él viniera a casa. Lo deseaba tanto o más que él. Así que se la di:
—De acuerdo: como soy una cobarde —recalqué—, no me atreví a salir sin ellas de casa. Pero al llegar al súper, fui al baño y me las quité. Las llevo en el bolso.
—¡No! —exclamó incrédulo, posando la botella vacía que acababa de apurar.
—Sí —afirmé segura. Yo también terminé la mía.
De nuevo se acercó, pasó un brazo por mi espalda y acercó su boca a la mía, preguntando:
—¿Quieres decir que, si digo que llevas las braguitas en el bolso, me invitarás a cenar… y a algo más? —adivinó.
—Eso mismo quiero decir —respondí.
Su mano volvió a introducirse bajo bajo mi falda. Acercó sus labios a los míos y me besó.
—Encantado de encontrar el momento y el lugar —remarcó.
Nos levantamos y nos dirigimos a mi casa. En cuanto entramos en el ascensor, Luis pudo comprobar que, efectivamente, no llevaba ropa interior. Una vez que hubo captado la humedad provocada, todo se desencadenó deprisa.
Mucho más tarde cenamos al fin. De eso también estábamos hambrientos.

domingo, 10 de junio de 2018

MAGIA ELEMENTAL, de Lucía Herrero.


SOBRE LA NOVELA:

Puedes adquirir MAGIA ELEMENTAL, de Lucía Herrero, en:
·         Este enlace de amazon.
·         Contactando con la autora por MD, en las diversas redes sociales.

Sinopsis:

¿Crees en las hadas?
No, claro, eso es algo en lo que la gente deja de creer en cuanto abandona la infancia.
Amets tampoco cree en hadas, ni en magia, ni en nada de eso. Él se gana la vida dibujando cómics sobre brujos, magos y hadas, pero para eso no hace falta creer en ellos. Que la inspiración para esas historias le llegue en sueños tampoco tiene nada de mágico. Para él, que es un hombre solitario, desconfiado e incrédulo, eso es solo una afortunada y práctica casualidad.
Pero una noche, una chica salida directamente de sus sueños entra en su vida sin pedir permiso, sacándolo de la seguridad y la tranquilidad de su ignorancia para arrastrarlo con ella a un mundo fascinante lleno de incertidumbres, de peligro y de magia.
Quizás las cosas no sean siempre lo que parecen.
Quizás los sueños tengan un significado más complejo que el que vemos en ellos.
Quizás haya otro mundo fantástico y al mismo tiempo aterrador dentro del que conocemos.
Quizás Amets no sea lo que siempre creyó ser y la magia realmente exista.
Puede que Naike sea más que un sueño hecho realidad, más que su presente y su futuro inmediato. Podría ser incluso la mujer de su vida.
Con magia, todo es posible.

ACERCÁNDONOS A LUCÍA HERRERO:

Blog: http://luciaherrero.blogspot.com/


Facebook: Lucía Herrero
                  Lucía Herrero Escritora


1.            ¿Quién es Lucía Herrero?
Es difícil de precisar, porque yo me veo como alguien en constante evolución, siempre buscando nuevas ideas, nuevos intereses. Soy una persona curiosa, creativa, perfeccionista y leal. Soy muchas cosas.

2.            ¿Naciste escritora o te hiciste? ¿Desde cuándo escribes y por qué?
Posiblemente ya nací escritora, porque siempre me gustó escribir, desde muy pequeña. Durante un tiempo dejé de hacerlo y retomé el hábito hace unos años, con el boom de la romántica erótica que sobrevino después de Grey. Recordé cuánto me gustaba inventar historias, vidas y personajes. Y volví para quedarme.

3.            Háblanos de tus publicaciones y dinos en qué género las enmarcas.
Hasta la fecha he publicado varias recopilaciones de relatos y algunas novelas, todas de género romántico aunque pueden clasificarse en distintos subgéneros. Los libros de relatos «…Y así empezó todo» I y II y «Doce maneras de enamorarse» son de romántica contemporánea para adultos. También mis novelas «Empujones del destino», «Depredador» y «La tentación más dulce». Y las dos más recientes, «Magia Elemental» y «Magia Salvaje» las considero fantasía romántica para adultos.

4.            Como lectora, cuéntanos tus preferencias.
Leo sobre todo romántica, en casi todas sus variantes, sobre todo contemporánea, histórica, fantástica, paranormal, ciencia ficción y erótica. También no ficción, como guías manuales de la más diversa índole, y libros de psicología y autoayuda. Y a veces también leo novela histórica, fantástica o de ciencia ficción a secas, aunque prefiero que vayan de la mano de la romántica. Me gustan los finales felices.

5.            ¿Qué te gustaría contarnos, que no te he preguntado?
No sé… ¿tal vez qué otros géneros me gustaría tocar en un futuro próximo? La histórica me da bastante respeto, pero tengo en mente una novela time-travel que espero que vea la luz algún día. Y otra paranormal. Y posiblemente siga explorando variantes en romance fantástico. Me gusta probar cosas nuevas de vez en cuando.

MI OPINIÓN:

Ya sé que no debería hacerlo: nunca escribo mis opiniones diciendo cuánto me gustó un libro. Pero no puedo aguantarme: ¡¡ME HA ENCANTADO!! (prueba de ello es que ya estoy con MAGIA SALVAJE).
Lo primero que quiero reseñar es el estilo de Lucía. Escribe con una corrección y perfecto uso del lenguaje que, hoy en día, no es fácil encontrar en una autora indie. Por eso, a poco que te guste el género, es un verdadero placer disfrutar de sus historias.
Además, combina varios géneros y temas que gustan a la mayoría de los lectores, actualmente. A saber:
Fantasía: es un tipo de literatura que gusta a grandes y pequeños.
Romántica: dicen las estadísticas que es el género más vendido en las plataformas digitales.
Erótica: como lectora habitual de dicho género, quiero resaltar que no abundan los autores que lo hacen bien. Desgraciadamente, demasiada gente publica en esta categoría, sin filtro ni control. Es el grupo del “todo vale”. Pues bien, Lucía Herrero es una de las autoras que nos demuestran que ESO NO ES CIERTO. Para escribir erótica, hay que hacerlo bien. Y ella lo hace.
Actual: personalmente me atraen mucho las historias actuales. Más, si las contextualizan en lugares concretos. (Y mucho más si los conozco, como es el caso).
En cuanto al argumento, creo que está muy bien contado. Preciosa historia, construida con unos sólidos personajes, muy buenas estructuras, adornadas con descripciones de personas, lugares y escenas que te llevan a adentrarte de cabeza en la novela. E incluso, querer compartirla.
El protagonista es un hombre joven que nos invita a imaginar como guapísimo y deseado. Lo cierto es que lo quise y odié a partes iguales. Su desconfianza, su falta de fe y su testarudez me llevaban a hablarle (¿o debo decir criticarle?, jajaja…). La protagonista femenina es adorable. Más joven que él pero, muchas veces, más madura. Dulce y alegre, te invita a imaginar con ella, a ilusionarte y atreverte. Me encanta que aparezcan las amigas, la familia, el grupo de personas afines. Pero también, ¿cómo no?, los malos. En esta ocasión, y a pesar de ser fantasía, los malos son muy creíbles. Y por las situaciones vividas, invitan a veces a mirar a los lados al salir a la calle. También el hecho de que algunos secundarios se merezcan su propia historia, como así lo ha hecho Lucía Herrero.
Antes he hecho varios comentarios que quiero explicar. Por un lado, dije que la fantasía es para pequeños y mayores. También he comentado que la historia está desarrollada en lugares familiares para mí. Y por último, lo buenísimos que son los personajes de la novela. Todo ello me condujo a contarles la historia a mis alumnos. Evidentemente no es un libro para su edad, pero sí es una historia bonita, para contar. Ahorrándome todas las escenas de violencia, o para adultos, Naike y Amets tenían mucho que atrae a los niños. De modo que se la conté. Pienso que también de ese modo se fomenta la lectura.
Mi recomendación es para todo tipo de lectores, precisamente por la cantidad de géneros y temas que toca y, sobre todo, PORQUE ESTÁ MUY BIEN ESCRITA.
A mí me encantó y ya comencé con MAGIA SALVAJE.

domingo, 3 de junio de 2018

LA CITA, de Mary Ann Geeby


El mensaje había sido claro y dejaba abiertas muchas posibilidades.
“Quedamos a las 8. Hoy preparas tú la cita. Besos.”
Tenía muy claro que deseaba tener a Lucía entre sus brazos, y el cuerpo le pedía responder:
“De acuerdo. En mi casa a las 8. Te haré tocar las estrellas”.
Sin embargo, algo le dijo que debía dejar las cosas al azar. O a la imaginación de ambos. De modo que respondió:
“De acuerdo. A las 8 donde la última vez”.
Cuando Lucía aparcó, Carlos ya estaba esperando. Ella se acercó sonriendo, como siempre, y él se perdió en su blusa transparente.
“¡Dios, los pezones de esta mujer pueden retar a los pitones de cualquier vitorino!”, pensó sin poder apartar los ojos de la magnífica delantera de Lucía.
La mujer se aproximó a su amigo con intenciones claras de besarlo, a modo de saludo. Y Carlos correspondió a su beso, a la vez que acariciaba su pecho, regodeándose en ese inmenso pezón.
—No te andas por las ramas, ¿eh? —preguntó ella, poco sorprendida de la caricia.
—Por eso te gusto —respondió él, mordiéndole el labio inferior—. Te encanta que sea así de directo.
—Sí —apostilló su amiga. Aunque no era necesario—. ¿Dónde vamos?
Carlos sonrió.
—A mi casa.
Lucía le dio la mano y comenzaron a caminar.
—¿Qué? ¿No estabas segura de que echaríamos un polvo? —quiso saber él.
—Bueno, puede que lo esperara. Pero las posibilidades eran variadas, ¿no?
—¿Variadas? ¿Qué sospechabas?
—Hummmmmm… Merienda, paseo… Quizá cine, o polvo. Jajaja… Puede que charla o partida de cartas… Yo qué sé.
—Pero contemplabas la posibilidad del polvo. En primer lugar.
—Yo no te la he puesto en primer lugar. Como te digo, barajaba varias probabilidades.
—Estás mintiendo. Si hubieras pensado que íbamos a merendar o al cine, no te habrías puesto esa blusa que no deja nada a mi imaginación. —Lucía rio. Estaba claro que la provocación había sido un pleno al quince—. Bueno sí… Me imagino arrancándotela… tirándote en mi cama y follándote hasta que grites… Me imagino comiéndote el coño y bebiéndome todo lo que me regales. Pienso que ya estás empapada y que has venido buscando unas horas de sexo desenfrenado. Y yo te las voy a proporcionar. Que no te quepa duda de ello.
Ella se paró y se le encaró. Su gesto era serio. Por un momento, Carlos sospechó que se había pasado. En realidad, no era la primera vez que le hablaba de ese modo, pero nunca lo había hecho en plena calle.
—Te diré algo, Carlos. Espero que me hagas todo eso que estás prometiendo. Espero que me comas el coño, que me folles hasta que te pida que pares, y también que me hagas correrme muchas veces. Y lo espero porque ya llevo las bragas empapadas. Y sería una verdadera lástima ponerse a charlar o ver una película con esta humedad.
Carlos le atrapó la boca y la devoró. Volvió a coger su pecho, llenando la palma de su mano. El pezón de Lucía se colaba entre las líneas de sus dedos, y él la movió como si fuera un coito perfecto.
El beso cesó de repente. Agarró a Lucía de la mano y se encaminó al portal.
—¡Vamos, joder!
Por supuesto, todo empezó en el ascensor; o, mejor dicho, siguió. Porque tenía que reconocer que habían comenzado en plena calle.
Los ojales de la blusa eran anchos, con lo que pudo abrírsela de un tirón sin necesidad de arrancar las botones. No le gustaba en absoluto la imagen de la blusa rota o botones perdidos. Le gustó notar que, mientras él le quitaba la camisa, ella se abría el pantalón.
Llegaron al octavo piso y ya la tenía medio desnuda. Fue una suerte que no hubiera nadie en el rellano de la escalera. Aunque en realidad, le importaba un pimiento que alguien le viera.
Carlos tenía treinta años y era independiente. Y no era la primera mujer mayor con la que salía. Aunque Lucía pudiera parecer su madre, él estaba por encima de todo eso, pues follar con ella era uno de los mayores placeres de los que disfrutaba últimamente.
Al entrar en casa, tiró la camisa al suelo y le bajó el pantalón. Lucía se lo sacó por los pies, al tiempo que se descalzaba.
Apoyándola contra la pared, le metió los dedos hasta donde fue capaz. Ella gimió de placer. Acercó su boca al pecho de su amiga y le mordió.
—¡SÍ! —volvió a gritar la mujer.
Levantó la cabeza y se encaró a ella.
—Dime que lo esperabas. Dime que era la primera de tus posibilidades para esta cita. Confiésalo.
Y mientras estrujaba su pecho y taladraba su sexo, la mordió. Clavó sus dientes encima de la clavícula, atrapando el fino músculo y apretó lo justo.
—Lo esperaba. Lo deseaba. Me moría de ganas de que me trajeras a tu casa y folláramos como animales —confesó ella—. ¡Sigue taladrándome así, porque me corro!
Y se derramó sobre la mano de él. Todos sus fluidos comenzaron a descender por entre las piernas y cayeron al piso, salpicando el pantalón de Carlos y formando un auténtico charco.
Él sonrió, mientras la sujetaba para que no se cayera. Esperó unos segundos a que se recuperara y comentó:
—Ahora la merienda. Ven; vamos a devorarnos.
Se dirigieron a la habitación. Hay cosas que resultan más cómodas en una cama.

©Mary Ann Geeby