Al pulsar el mando para abrir la puerta del garaje, apago el
limpiaparabrisas. Enciendo las luces, aunque en el garaje se ve bien, pero
prefiero ser vista. En ese momento coincido, como cada día, con Toño, el
buenorro del portal catorce. Llega montado en su preciosa moto roja. No tengo
ni idea de marcas, así que no sé qué moto es. Sólo sé que me encanta. A veces
la miro, cuando estoy sola en el garaje. Imagino cosas sobre esa moto…
Ralentizo la maniobra de aparcamiento, para regodearme en la
visión. Llega, aparca, desmonta, se quita el casco y pasa la mano por su pelo
largo, colocándolo con sus dedos, como peinándolo hacia atrás. En ese momento
me mira. Siempre lo hace así, el muy cabrón. Para mí que sabe que me pone. Coloca
el casco en su mano izquierda y, mientras me sonríe, se baja la cremallera de
la chupa de cuero.
Me bajo del coche y digo, como siempre, con mi voz
cantarina:
—Buenas tardes. Noches ya.
Recojo el bolso y el maletín con el portátil, mientras le
escucho responder:
—Buenas noches. Vaya día de frío, hoy, ¿eh?
—Pues sí, la verdad. Menos mal que nos habían avisado. Tú
tendrás mucho frío, en la moto, ¿no? —le sigo la conversación, que casi siempre
versa sobre cosas sin importancia, como el tiempo.
—Bueno, con la chupa, los guantes, el traje… no se nota
tanto, la verdad. Es gordita, mira, toca —me reta con esa sonrisa que me vuelve
loca.
Y toco. Vaya si toco. Sólo las mangas, bueno los brazos.
Pero suficiente para apreciar que está como un queso. Nos dirigimos hacia la
salida y ahí se separarán nuestros caminos. Él siempre sale por el portón y yo,
por el ascensor.
—Bueno, Toño. Hasta mañana, ¿no? —me despido.
—No. Hoy subo contigo. Quiero dar un recado a mi hermano —me responde.
Olvidaba que Toño es hermano de mi vecino del tercero. Por eso aparca la moto en nuestro garaje, en la plaza de su hermano. De modo que vamos juntos al ascensor. Imágenes de todo tipo se me pasan por la cabeza. Especialmente el relato de mi amigo Carlos, que leí esta misma tarde. Cuando llegamos al rellano, me pregunta:
—¿En qué piso vives tú? Y, por cierto, ¿cómo te llamas?
—Me llamo Inés y vivo en el segundo. Justamente debajo de tu
hermano. —Pulso yo misma y el ascensor comienza a subir. Cuando llegamos me bajo
y me despido—. Aquí; aquí vivo. Si un día necesitas algo, ya sabes. Hasta
mañana.
—Gracias Inés. Hasta mañana.
Las puertas se cierran y Toño sigue subiendo. Entro en casa
y poso el bolso y las llaves. Voy a mi cuarto y me quito el abrigo y las botas.
Rápidamente al baño. Siempre vengo con muchas ganas de hacer pis. Justo cuando
termino, comienzo a quitarme el vestido, pero suena el timbre de la puerta.
¡Qué raro! No esperaba a nadie. Acudo a mirar por la mirilla y veo a Toño.
Abro.
—Hola —le digo al abrir—. ¿Qué pasó?
—Hola otra vez. Nada en especial. Que mi hermano no está. Y
me preguntaba… Como dijiste que si algún día necesitaba algo… No es que
necesite nada en concreto; es sólo que…
Lo agarro de las solapas, en plan película y lo atraigo al
interior de mi casa, cerrando la puerta. Su sonrisa se agranda exactamente
hasta el segundo en que atrapo su boca con la mía. Le empujo con cuidado contra
la pared de la entrada, mientras le como la boca. Mis manos son dos posesas que
recorren su cuerpo. Ni siquiera me he dado cuenta de que Toño responde a mis
besos, que sí me desea, que me acaricia.
—Ven —le digo, conduciéndole a mi habitación. Aún está mi
abrigo sobre la cama y las botas allí al lado.
De nuevo lo arrincono contra el armario y vuelvo a comerle
la boca. Mi mano derecha va directamente a su entrepierna, pudiendo comprobar
que el primer asalto ha cundido. Le ha gustado.
—Diossssssssss… No te andas por las ramas, ¿eh? —me pregunta,
agarrando mi teta derecha. Mis pezones se marcan por encima del vestido,
amenazando con romper la tela del mismo.
—Sé que te encanta la moto. ¿Pero no te gustaría probar lo
que se siente si yo te monto a ti?
—¡Joder! ¿Tú qué crees?
Y me agarra con ambas manos desde el dobladillo de la falda.
Tira de él hacia arriba y me lo saca por la cabeza. Mi conjunto de encaje azul
le gusta, es evidente, a juzgar por el bufido que da, atacando una de mis tetas
con la boca y la otra con su mano derecha. La izquierda desciende hasta mis braguitas,
palpando mi sexo y notando las primeras humedades.
Entonces vuelvo a tomar las riendas de la situación. Le
quito la chupa, que aún lleva puesta y le desabrocho el pantalón, mientras él
se saca el jersey. Le ayudo a terminar de desvestirse y le animo a tumbarse en
la cama. Su polla, tan erecta y caliente, tan dura y venosa, es un auténtico
reto para mí. Me quito la braguita y, sin más miramientos, me siento sobre él,
ensartándome con semejante miembro, mi coño ardiente y chorreante.
Toño me amasa las tetas, me las chupa y muerde con deseo. Yo
cabalgo totalmente desbocada, gritando y gimiendo, pidiéndole más.
—¡Vamos, joder! Fóllame tú también. Dame fuerte. Sigue mi
ritmo.
Él también suelta improperios y palabras sucias, lamiendo,
pellizcando, sobando, mordiendo, chupando y zarandeando mi cuerpo hasta que me
corro sobre él. Mi squirt sale a chorro por entre mis piernas, bañando todo su
sexo, empapándolo entero.
“Desmonto” de mi cabalgadura y me tumbo en la cama boca abajo, pero ahora es él quien desea seguir.
—Ven aquí, mi potra salvaje. Ahora yo galoparé y tú gritarás.
Se clava en mí de nuevo y comienza un vaivén de caderas,
saliendo una al encuentro de la otra, con deseo, con fuerza, con las ganas que
provoca la situación. Unos minutos después, me desmorono sobre la cama, notando
como el calor de su semen chorrea por entre mis piernas. También él se tumba a
mi lado, dándonos un tiempo para recuperarnos.
Al cabo de un rato, se viste y se va. Ninguna despedida,
ninguna palabra.
Cada día lo veo al llegar. Hablamos del tiempo, de la moto,
del trabajo, de las ganas de vacaciones. Toño no ha vuelto a subir a casa de su
hermano, al menos cuando yo subo. Siempre sale por el portón, y yo por el
ascensor. Está tan bueno que siempre lo deseo.
Vaya, la fantasía de muchas mujeres (y de muchos hombres que ya lo quisieran para ellos). Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja.
ResponderEliminarGracias Frank. Besos
Eliminar¡Vaya tela!, muy buena por cierto. Me encanta y eso que no soy lector de novela erótica. ;)
ResponderEliminarGracias, Fernando. Entonces, dobles gracias. Un besazo.
EliminarWoow ...bellisimo relato ..imposible no fantasear y ocupar el lugar de Ines asi sea en la imaginacion ..me encanto Mary Ann
ResponderEliminarMil gracias Milba. Lo celebro. Un beso enorme <3
Eliminarguau!!!
ResponderEliminarMe ha encantado!! Como lo redactaste,el estilo y la fantasía!
Gracias por brindarnos con tus relatos tan insinuantes que 'ponen' a una ;-D
Gracias a ti por leerme, comentar y ser tan GENIAL ;-)
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