sábado, 28 de enero de 2017

Las Colonias Del Sistema Solar: Theia (Luis Ángel Fernández de Betoño)

Nueva reseña publicada en El Escritorio del Búho, sobre "Las Colonias Del Sistema Solar: Theia", libro de Luis Ángel Fernández de Betoño.

DETALLES DEL PRODUCTO:

Formato: Versión Kindle   

Tamaño del archivo: 4181 KB
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español
ASIN: B0187Q21K0

SOBRE LA NOVELA (tomado de amazon):

Año 2.373, la humanidad ha superado una nueva frontera y se expande por el Sistema Solar.
Marte, el Cinturón de Asteroides y los satélites de Saturno y Júpiter, han sido colonizados. Estos últimos, agrupados bajo la bandera de La Federación, son la élite, el primer mundo, en los cuales la población disfruta de un nivel de vida inimaginable hasta ahora.
En las colonias federales existe un grupo denominado “Los 10.000” que sueña con llegar a Theia, un mundo gemelo de la Tierra situado a veinte años luz, de momento, una distancia insalvable para el ser humano. Con la intención de colonizarlo utilizando terrícolas, mejor adaptados a la vida en un planeta.
Pero Owen Jeringan, líder de “Los 10.000”, cree haber encontrado la forma de fabricar un impulsor capaz de alcanzar el ansiado planeta. Gracias a un extraño objeto al que llaman Singularidad. El problema es que se encuentra dentro del Cinturón de Asteroides, refugio de los peligrosos piratas espaciales. Para ello contrata los servicios de Gael Paulsen, un antiguo piloto militar y veterano de la guerra contra Marte, que, junto con un grupo con de incondicionales, tratarán de hacerse con la codiciada Singularidad.
Sin embargo, no todos los colonos están de acuerdo y utilizarán todos los medios a su alcance para impedir los planes de Owen Jeringan… 

SOBRE EL AUTOR (tomado de amazon):
Luis Ángel Fernández de Betoño nació en Vitoria el 9 de julio de 1973, ciudad en la que reside actualmente. Aficionado a la lectura desde niño, quedó fascinado por la ciencia ficción, cuando, siendo aún un adolescente, leyó por primera vez a Isaac Asimov, autor por el que profesa una gran admiración. Lector empedernido de varios géneros, también siente predilección por la novela negra (afirma que tiene una en su cabeza) y la novela histórica, especialmente Valerio Mássimo Manfredi. Asegura, que, gracias a los 11 años en los cuales ejerció como profesor de autoescuela, no le resulta difícil construir personajes. En cuanto a “Las colonias del Sistema Solar”, su primer libro, comenta que ha escrito la novela que le hubiera gustado leer. Este relato es un ejercicio de especulación, sobre el futuro de la humanidad a medio plazo, presentado en una historia de confrontación, entre personajes con distintos orígenes e intereses, que interactúan en mundo, que tal vez algún día sea una realidad.

MI OPINIÓN:
Comencé este libro por recomendación del propio autor y el argumento me interesó desde el principio. Curiosamente hubo un momento en el que me identifiqué tanto con “los buenos”, como con “los menos buenos”. Y no puedo decir “los malos”, porque esos obtienen su merecido en el momento adecuado de la historia. En mi caso, Gael y Víctor hacían que mi corazón estuviera dividido.
Es una novela que se puede incluir en varios géneros literarios: aventura; evidentemente, ciencia ficción; pero creo que toca la novela negra y hasta la erótica. En cuanto al tema romántico, personalmente creo que se podría haber explayado más, pero entiendo que es una opinión subjetiva, debido a mis gustos.
Pienso que está muy bien documentada, en cuanto a explicar situaciones y lugares dentro del Sistema Solar. Y también creo que es un poco premonitoria en cuanto a las posibilidades para el futuro de nuestro planeta y de la humanidad. En parte, un poco derrotista, pero en parte, bastante realista. También sobre las posibles guerras y conflictos, o las consecuencias de la posesión del poder. Lo cierto es que te hace pensar…
Sobre el estilo, es bueno; creo que se puede mejorar, cierto. Pero también hay que tener en cuenta que es la ópera prima de Luis Ángel, por lo que opino que las siguientes serán mejores.

Recomiendo esta novela a todos los lectores a quienes gusten los géneros que he nombrado, pero también la combinación de varios.

domingo, 22 de enero de 2017

EL PELIGRO DE AMAR, capítulo 10

En noviembre de 2015 participé en el ANAQUEL LIVE 2, escribiendo el capítulo 10 de la novela EL PELIGRO DE AMAR. Os dejo el enlace al blog de Anaquel, por si queréis descargarlo.Como digo, éste fue el capítulo décimo:

MÁS QUE AMIGOS (Mary Ann Geeby)

La mano de Fernando se dirigió lentamente a la mejilla de Mar. Recogió aquella lágrima y la acarició, sonriendo. Después ya no habló en todo el trayecto hasta su casa. Mar lloró casi todo el camino, pero él la dejó intimidad para que pudiera soltar tanta tensión acumulada en las últimas horas. Un par de veces él acercó su mano a la rodilla de ella, acariciándola lentamente, para volver a colocarla en el volante. Ella no apartaba su mirada de la ventanilla, avergonzándose al expresar sus sentimientos de aquel modo, pero sin poder ni querer evitarlo.
Al llegar a la verja, Fernando se bajó para abrir la cancela. Volvió a entrar en el coche con el fin de  meterlo dentro, junto al jardín. Ella le preguntó:
—¿Dónde estamos, Fernando?
—En mi casa. De mi mujer, para ser exactos. —le respondió serio —. Estate tranquila. Aquí no nos encontrarán.
—Debería ponerme en contacto con Andrés. Explicarle que he escapado, que me has liberado. Debería… —Pero de nuevo un torrente de lágrimas pudo con la entereza de Mar.
Fernando la abrazó, ofreciéndole su pecho para llorar. Ella le pasó de nuevo los brazos por el cuello y lloró. Lloró mucho. Hasta que se tranquilizó. Entonces él salió del coche, le abrió la puerta a ella y cogiéndole de la mano, la acompañó al interior de la casa.
Dejó a Mar en el sofá y la tapó con una manta. Inmediatamente se puso con la tarea de encender la chimenea, preparar una sopa caliente para cenar y por fin, se sentó junto a ella.
—Mil gracias, Fernando. Eres más que un amigo para mí, lo sabes. —Y le dio otro beso en la mejilla. Esta vez fue más lento, más cálido. Fernando cerró los ojos, queriendo guardar la sensación de aquellos labios en su cara. Por un segundo los imaginó en sus propios labios y un leve gemido escapó de su boca.
—Voy a por la cena. Ya estará hecha. —comentó azorado. Si él se atreviera… Si tan sólo pudiera dejarse llevar…
Mar ya estaba mucho más tranquila. Aprovechó para ir al servicio y asearse un poco. Al volver al salón de la preciosa casa, Fernando ya había preparado unas bandejas con unos cuencos de sopa y unas tortillas. Había sacado pan del congelador y lo había descongelado en la chimenea.
—¡Qué bien huele! ¿Has cocinado? Y ¿cuántas cosas había en la casa? —preguntó ella felizmente asombrada.
—Vengo a menudo aquí. Siempre tengo pan y comida en el congelador, así como huevos, aceite y esas cosas que se tienen en una casa de pueblo.
Mar cortó un pellizco de pan crujiente y lo metió a la boca. Cerró los ojos y gimió.
—Gracias, cariño. También por esto. —le dijo ella.
—Ya no me agradezcas más, Mar. Tú eres muy importante para mí, lo sabes. Mucho… —Fernando ya no sabía cómo decir… O quizá “no decir”…
Mar empezó a tomar la sopa. Tenía hambre y frío, aunque su cuerpo comenzaba a entrar en reacción. La chimenea estaba a tope ahora. Fernando añadió leña y siguieron cenando. Un poco de vino ayudó a entonar sus cuerpos y a relajar más los ánimos.
Aún agobiada por las terribles horas que había vivido, Mar miraba a su salvador con emoción, aunque sospechaba que muy dentro de ella, habría deseado que fuera Andrés quien la hubiera salvado. O quizá no. Lo cierto es que Andrés siempre fue muy poco sensible con ella. No se había preocupado en absoluto por sus sentimientos. Había continuado su historia con Brigitte, aún sabiendo que Andrea de Martino le había advertido que iría a por ella, a por Mar. Ella, que no tenía nada que ver en esa horrible historia, tuvo padecer que su amor se colara por aquella egoísta francesita. Lo único que había hecho, desde que todo esto comenzó, era sufrir. Y Fernando había sido tan gentil, tan maravilloso con ella… Suspiró.
En cuanto terminaron la cena, Fernando comenzó a recoger. No podría quedarse a su lado, no sería capaz de soportarlo. Sus dedos le cosquilleaban, deseaba tocarla, acariciar aquella suave y maravillosa piel tan blanca, oler su cuello,… A pesar de haber estado tantas horas secuestrada en aquel sótano, olía de maravilla. Y tenía grabado en su mente lo que sintió en su mejilla, en los dos momentos en los que le había besado, después de su valeroso rescate. Esos labios que hicieron que su piel ardiera… Esos labios tan suaves… Esos labios… Si él pudiera lamerlos, si pudiera morderlos suavemente, si pudiera besarlos… De nuevo se obligó a pensar en otra cosa, volver a la realidad, algo como fregar los cuencos y los platos, sí: eso haría.
Mar seguía pensando. ¿Quién era ella para él? Sólo una amiga. Pero él la había rescatado, la había abrazado, la había ayudado a caminar. Cuando creyó que se desmayaría, que se derrumbaría por la debilidad y el cansancio… él la sujetó fuertemente. Y había sido tan cariñoso, respetando su dolor pero acariciando su rodilla, mostrándose presente aunque dejando espacio… Fernando siempre había sido tan maravilloso… ¿Por qué no podía ser así Andrés? Tan caballero, tan gentil, tan pendiente de ella…
Entonces se dio cuenta: en todo momento comparaba a Andrés con Fernando. Deseaba que fuera como éste. Quería que estuviera allí con ella, como Fernando estaba. ¿Pudiera ser que quizá no estuviera tan colada por Andrés? ¿Sería posible que en realidad le gustara Fernando? Era seguro que él estaba enamorado de ella, pues se le notaba. ¿No se había sonrojado cuando ella le besó? Y ella… ¿No había deseado que él la tocara, que la abrazara, que la besara?
Fernando volvió de la cocina y sonrió mientras se acercaba. Ella le devolvió la sonrisa. Se sentó a su lado.
—Fernando, eres más que un amigo para mí. Tú eres…
—Mar, yo…
Pero no pudo seguir. Lo vio claro. Ella se acercó y había seguridad en su mirada. Esa preciosa boca, esos labios tan brillantes,… ¡Dios, cómo se puede desear tanto besar a alguien! Entonces la besó. Y fue maravilloso. Muy lento al principio. Los labios se encontraron, se reconocieron y resultaron ser tan suaves y cálidos que por unos segundos desearon que el momento fuera eterno. No sabían separarse, ni querían. Era demasiado obvio: deseaban continuar juntos por siempre. Sin embargo esa breve eternidad terminó, aunque fue aún mejor. Sus labios se abrieron ligeramente y Fernando quiso asomar su lengua a la boca de Mar. Lamió sus labios, buscó en su interior y encontró la de ella, que lentamente le reconoció. Ambas se acariciaron, mientras las bocas encajaban de nuevo. De pronto, un maravilloso gemido abandonó la garganta de Mar. Para él fue la gota que colmaba el vaso, o más bien que lo desbordaba, pues Fernando llevaba rato sintiendo una enorme presión en su vientre y en ese momento se percató de la humedad de alguna primera gota ansiosa por escapar de su ardiente cuerpo.
—Mar, yo te quiero. ¡Te deseo! —Dijo en su oído.
—Sí, Fernando. Yo también te deseo. —y fueron palabras mágicas para él. Comenzó a desabrochar los botones de su blusa, a la vez que volvía a besarla con toda la fuerza contenida de tantos meses de amor en la sombra.
Mar sintió que su cuerpo le pedía entregarse a Fernando. Deseaba derretirse entre esas manos que la habían hecho comenzar a temblar. Quería ser devorada por esa boca ardiente que encajaba perfectamente en la suya. Sus labios, su lengua, sus dientes… Fernando le quitó la blusa y comenzó a acariciar su pecho. Su boca acudió presurosa al otro seno, que la llamaba a gritos. Sintió la entrega total de Mar. Él nunca pensó que pudiera llegar a tenerla. ¡Dios, cuánto la deseaba!
Pero entonces, sus cuerpos parecieron quedar poseídos por una fuerza interna que les llevaba a correr. Pero no a huir, sino a apresurarse. Tampoco sentían prisa, sino necesidad. No creían que nada ni nadie fuera a interrumpirles, pero no deseaban esperar un segundo más para entregarse el uno al otro. Se desnudaron mutuamente y Fernando extendió la manta justo al lado de la chimenea. Luego tomó a Mar de la mano y la ayudó a tumbarse. Bocas, manos, cuerpos… lenguas, labios, dientes… dedos, palmas, brazos… piernas, sexos, mentes… Se amaron y se adoraron de todas las maneras que sabían. Se entregaron de todos los modos que imaginaron. Una vez con prisas, pues la pasión les podía. Otra lentamente, pues el amor les conducía. Siempre con deseo y pasión. Y al final, los protectores brazos de Fernando que la envolvían sin condiciones.
—Prométeme que me protegerás. Que cuidarás de mí. Que nada ni nadie nos separará. —le pidió Mar.
—Siempre, mi amor. Siempre. —respondió Fernando.
Y ambos se durmieron. Fernando con la alegría de tener a su amor entre sus brazos. Mar, con la tranquilidad de sentirse protegida. De hecho, no pensó más en Andrés. Felices, abrazados, juntos a la chimenea. Así los encontró la mañana.



martes, 10 de enero de 2017

RESEÑA DE SANDRA ESTÉVEZ

La escritora Sandra Estévez hizo en su blog una reseña de RELATOS ÍNTIMOS DE MARY ANN GEEBY.


Reseña de: RELATOS ÍNTIMOS 

Autora: MARY ANN


SINOPSIS:   Adéntrate en “Los Relatos Íntimos de Mary Ann Geeby”. Descubre sus fantasías y deseos en las eróticas series: “Los cinco sentidos”, “El viaje” o “El fisio”. Vive historias sensuales de tríos en “El hotel” y “Mi regalo”. Disfruta de ilusiones muy tórridas, como “La autovía”, “La piscina” y “Concurso de pinchos”. E imbúyete en los más breves, como “Menú especial de mi casa” y “Nuestro beso”. Finalmente saborea los retos en “Trufa de chocolate” y “Camisón rojo o blusa blanca”.


OPINIÓN PERSONAL:  Es el segundo libro que leo de esta autora y, varios de estos relatos, ya los había leído y comentado en su blog con anterioridad. Ella conoce mi opinión sobre esta literatura, pero no puedo más que elogiar su narrativa exquisita, muy cercana y fácil de entender. Para leer un libro erótico tiene que gustarte ese género, y yo se lo recomiendo a todo aquel que siga esta temática; eso sí, siempre acompañado de un vaso de algo fresco al lado.
Enhorabuena, Mary.

Podéis conseguir sus dos libros en Amazon a precios muy asequibles. 

viernes, 6 de enero de 2017

A UNA LE CUESTA ENCONTRAR ILUSIÓN EN LA NAVIDAD (Mary Ann Geeby)


Mañana de Reyes: MÁGICA, FANTÁSTICA, llena de ALEGRÍA e ILUSIÓN. O no tanto…
Una recuerda los años de niñez, pero eso es lo que dice todo el mundo. Cuando nos levantábamos pronto, madrugando hasta lo indecible:
—¿Habrán venido ya los Reyes, Mary?
—No sé. Levántate tú. Haz como que vas al baño y echas un vistazo.
Todos los años era igual entre mi hermana y yo… ¿Quién de las dos se atrevería a levantarse? No queríamos arriesgarnos ¿Y si nos los encontrábamos? Había quien decía que, si te los encuentras, no te dejan nada… Eso era malo, muy malo…
Pero jamás nos los encontrábamos. Y sí las montañas de regalitos. Siempre fue mágico y fantástico, alegre y especial. Y entonces crecimos…
¡QUE NOOOO! ¡Que siguió siendo especial! Recuerdo mis primeros años de casada. No había niños en casa, y sin embargo seguíamos dejando dulces y bebida para sus majestades, agua y patatas para los camellos… Discutíamos por ver quién se acostaba en último lugar, por poner los regalos junto a los zapatos, después del otro. Seguía siendo MÁGICO.
Luego llegaron los niños. Todo volvió a ser como en los cuentos de hadas. Risas, música, juegos y diversión. Abrir regalos y paquetes, inmortalizar la cara de los pequeños, inolvidables expresiones de alegría y felicidad: La verdadera ilusión.
Este año todo fue diferente: la Navidad en sí, lo fue. Comienzan a faltar los seres queridos y, aunque te empeñas en disfrutar, en hacer las cosas como cuando estaban aquí, como habrían deseado, es prácticamente imposible. Una hace el esfuerzo y pasa la Navidad y hasta el Año Nuevo. Cuesta poner caras alegres, cuando las personas tienen roces entre sí, pero con un poco de esfuerzo, hasta se puede intentar. Sólo es cuestión de saber fingir, de hacer un esfuerzo, de sacar ese recuerdo de amor por las personas queridas.
Y por fin, llegan los Reyes. Por primera vez una tiene la fuerza para confesar a alguien querido que ha perdido la ilusión. Una intenta encontrar disfrute en las cosas que realmente dan la felicidad: en su familia, en su gente especial, en su proyecto de vida. Pero cuando las cosas no salen bien, cuando falta el amor o la ilusión, cuando ha desaparecido la fantasía y sólo se ven las cosas tristes y duras de la realidad, todo es mucho más difícil. Y entonces cuesta hasta fingir. Imposible poner una cara alegre cuando alguien te dice:
—Me importan un bledo tus regalos. Paso de todo.

Es duro vivir una Navidad sin alegría: la primera Navidad sin Ilusión. A una le cuesta mucho aceptarlo, asumirlo…