domingo, 20 de julio de 2014

1 - AROMA

Hola: Os traigo el 1º relato de un juego al que me he apuntado, idea de Ramón Escolano. El juego se llama "Te robo una frase". Se trata de escribir un relato que contenga la frase propuesta. Aún no sé cuántos participamos. Al ser la 1ª vez y puesto que me voy de viaje, no podré enlazar a mi blog a los demás participantes, pero Ramón (que es un cielo), me ha prometido explicármelo. Para el mes que viene, prometo que lo haré. Ah! Se me ha olvidado deciros que jugaremos una vez al mes, el 3º lunes de mes. La frase propuesta para esta 1ª vez es: "El objeto que sujetaba era un pequeño cilindro con un agujerito en la parte superior. Se lo acercó a la nariz y lo olió", de Isaac Asimov.Aparece en el libro "En arena estelar". Bueno, os diré que me ha encantado participar. Ya ha pasado "el filtro" de Adrián y de mi hija. ¡¡¡A ella no le gusta!!! :( Ah!! Otra cosa: no es erótico, lo cual ya es una novedad. Creo que es la 1ª vez que mi relato no lo es. Pero sigo deseando que lo disfrutéis. A mí me encantó escribirlo y participar en el juego!! 



AROMA


Nel se despertó sobresaltado. Desconocía el lugar en el que se encontraba, ni la hora o el día que eran. Estaba vestido y no tenía molestias, ni dolores en su cuerpo, por lo que interpretó que no tenía nada que temer.

                Miró alrededor, pero nada le daba pistas de qué lugar era ese o qué estaba ocurriendo. Un sofá en el que había estado durmiendo, una mesa totalmente vacía y una silla, formaban todo el mobiliario de la habitación. No había ventana, pero la puerta estaba abierta.

Decidió salir de allí por varias razones. Por supuesto quería saber dónde estaba y qué diablos hacía en aquel lugar. Pero también necesitaba urgentemente encontrar un baño. Esa costumbre de orinar nada más despertarse no iba a cambiar por mucho que desconociera su suerte. Afortunadamente había un servicio justo al lado de aquel cuarto, por lo que resolvió su necesidad y aprovechó para asearse un poco.

Salió de nuevo y miró a su alrededor. Una enorme escalera descendía en semicírculo hasta el piso inferior. Se entretuvo un momento en estudiar la decoración de aquella mansión. Una gran lámpara de araña, que debía ser extremadamente pesada, reinaba en el techo e invitaba a contemplarla durante horas. Pero Nel no podía permitírselo: no sabía de cuánto tiempo disponía. Todo lo que veía era absolutamente opuesto a la decoración del cuarto en el que despertó, tan vacío y austero. El resto de la estancia, muy barroca, le hacía pensar que se había colado en Tara y que en unos pocos segundos, se cruzaría con Ret Butler o con Scarlet O´hara.

Descendió por la enorme escalera. Entonces escuchó una música que provenía de la habitación del fondo, y que parecía una gran biblioteca. Decidió dirigirse allí, para lo cual tuvo que cruzar el gran salón dorado que tenía delante. Temía pisar la almohadillada alfombra, por miedo a mancharla o estropearla. Y en todo momento miraba a los lados, esperando que algo sucediera o alguien apareciera y le preguntara qué hacía él allí.

A pesar de sus temores siguió caminando hasta que, a un lado de la puerta de la biblioteca, vio una preciosa escultura que le llamó la atención. Se trataba de un angelito, pequeño y gordito, semejante a los de Murillo. No tenía arco, ni flechas, ni instrumentos musicales. Tan sólo llevaba en la mano algo extraño, que no podía identificar. Al acercarse más, pudo comprobar que el objeto que sujetaba era un pequeño cilindro con un agujerito en la parte superior. Se lo acercó a la nariz y lo olió.

Entonces lo entendió todo: estaba en casa de Jana. Ese era su perfume, esa era su canción y aquella era la sensación que le producía estar con ella.

-          Hola dormilón. Qué bien que te hayas despertado. – escuchó la maravillosa voz de su chica.

Se dio la vuelta para mirarla y se encontró con la más hermosa sonrisa que nunca había visto. Sus ojos, que también sonreían, brillaban como el sol de la mañana. Le besó. Nel decidió levantarse de la cama. ¿De la cama? ¡Un momento! ¿Dónde se encontraba? Miró a ambos lados, con gesto de miedo y Jana le preguntó:

-          ¿Qué ocurre, cielo? ¿Estás bien?

-          Yo… Tu casa… El angelito…- titubeó Nel

-          ¿Mi casa? ¡Nuestra casa, cariño! Estamos en nuestra casa, ¿lo ves? Anda, levántate ya, que vas a llegar tarde a trabajar. Te espero en la cocina: hoy hago yo el desayuno. – le respondió Jana, saliendo de la habitación.

Nel volvió a mirar a los lados. Reconocía perfectamente esta habitación: su habitación; la que compartía con Jana desde hacía pocos meses. Por supuesto había ventana y él y Jana la habían decorado a su gusto, con muebles de Ikea y con fotos y cuadros elaborados por ellos mismos.

Se acercó al cuarto de baño, como todas las mañanas y entonces lo vio: el frasco de perfume de Jana. Se lo acercó a la nariz y lo olió… y se sintió transportado de nuevo a lugares exóticos, mansiones de película e historias de amor eterno…

-          Nel, ¿vienes o qué? – oyó la voz de Jana, a lo lejos.

-          Sí, cariño. Voy. – respondió él.

Tapó el perfume de Jana y sonrió. Supo que seguiría haciéndolo: oler su perfume, escuchar su canción favorita y dejarse transportar a sueños maravillosos y lugares de fantasía. ¿Al fin y al cabo, a quién hacía daño? Él nunca había conocido a nadie que fuera adicto al perfume de su chica, pero esto no era malo. ¡En realidad era absolutamente fantástico!

miércoles, 16 de julio de 2014

EL VIAJE - 2

Hola. Como llegaron los musos y no me abandonan, ayer me sentí genial escribiendo. Como un auténtico surtidor, de mí salieron las palabras, las frases, las ideas,... que poco a poco dieron forma a este 2º "capítulo" de la serie "El viaje".
Disfrutadlo mucho, que yo también disfruté mucho escribiéndolo. Besazos y nos leemos en breve...

EL VIAJE - 2 
Mary Ann Geeby
Comenzamos a cenar…
Fernando siempre había sido un amor y esta vez siguió en su línea. La conversación versó sobre el trabajo del día siguiente, con lo cual me sentí mucho más cómoda de lo que en principio había esperado. Además, haciendo uso de su sentido del humor, provocó mis carcajadas en varios momentos, dándome así la oportunidad de descargar la tensión que me acompañaba en las últimas horas. Al terminar de cenar, volvimos paseando hasta el hotel, que no estaba demasiado lejos. Cogió mi mano y se la llevó a los labios. La besó. Yo le pedí:
-Fer…
Él no me dejó terminar:
-Tan sólo te cojo de la mano. No hay nada malo en ello, ¿verdad?
Sonreí y seguimos paseando, charlando y riendo. Al llegar a la habitación, se paró frente a mí, me abrazó y recostó mi cabeza sobre su hombro. De nuevo volvieron a mí las sensaciones que me producía cada vez que me encontraba entre sus brazos. Primero me besó en la sien, como hacía siempre. Después, acercando su boca a mi oído me advirtió:
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Fragmento del relato incluido en RELATOS ÍNTIMOS DE MARY ANN GEEBY.

martes, 15 de julio de 2014

(MIS) HIJOS

Hola. Hoy me levanté un tanto reflexiva. Tenía esto dentro, que necesitaba escribir. No es un relato erótico, como acostumbro a escribir, sino unas reflexiones. Hoy no deseo que lo disfrutéis, sino que lo leáis, sin más. A mí sí que me ha gustado escribirlo. Besitos.





(MIS) HIJOS

Al despertar cada día, lo primero que hago es dar gracias a Dios por mis hijos. Sé que algunas personas se extrañarán de que sea una persona creyente, pero eso me da igual. De hecho, sé que no tengo que explicar esta faceta de mi vida. Y precisamente por eso NO LO HAGO.

Pero volviendo al inicio. Estoy convencida, después de los años, de que lo mejor que tengo en esta vida son ellos. Como lo estoy (convencida) que en la frase anterior he escrito una gran falsedad. Porque de hecho, no los tengo. Porque no son míos: no son de mi propiedad. Sí: yo los parí, los crié y los eduqué lo mejor que supe. Me equivoqué mucho, pero los quise también mucho.

Y ahora que ella es mayor (de edad, dignidad y gobierno) y él va camino de ello, siento que ya no me necesitan. Y de nuevo he vuelto a escribir una mentira: porque SÉ que me necesitan, como yo a ellos. Pero es otro tipo de necesidad.

Y una se replantea si es útil, si es “buena madre”, si es “buena persona”, si es “buena”. Suerte que me respondo que sí: que no lo he hecho tan mal, de modo que no debo ser “mala”.

Y entonces una decide pensar en ella. Sólo en ella, por un momento. Pero viene el gran juez, que todo lo dicta. Y le recuerda a una que no debe ser egoísta, que hay otra gente alrededor y que no puede pensar sólo en sí misma. Luego, me recuerdo a mí misma que nunca me libraré de ese gran juez que siempre me acompaña, que está tan dentro de mí y me da tanta caña. ¿Cómo me dijeron que se llama, Superego? Vaya, él sí que tiene inflas de superhéroe. Yo no tengo tantas.

De todos modos, él no puede evitar que yo siga soñando, fantaseando, pensando… leyendo, charlando, escribiendo… disfrutando, ¡¡VIVIENDO!! Ah, y estando orgullosa de mis hijos.

viernes, 11 de julio de 2014

EL VIAJE 1

Hola a tod@s. Parece que se está haciendo costumbre el tardar en escribir. En esta ocasión había varias razones que retrasaron ésta, una de mis aficiones favoritas. Y lo cierto es que la insistencia de mis amig@s de facebook, que me "despertaban" por las mañanas, me traían café y hasta me tiraron de las orejas, han hecho que sacara tiempo y espacio, que volvieran LOS MUSOS y que escribiera El viaje - 1. Es el 1º de una serie, creo que no muy extensa, aunque todavía "no me lo han dicho". Confieso que aún no sé qué sucederá, pero sí sé cómo sigue en El viaje - 2. Así que en unos pocos días os cuento más cositas del viaje a Ámsterdam.
Por supuesto deseo que lo disfruteis tanto como lo hice yo al escribirlo. Besos.



EL VIAJE - 1  


Mary Ann Geeby


                Y te fuiste. De nuestra casa y de mi vida. No podía creer que todo hubiera terminado… Tanto luchar por lo nuestro y al final, las circunstancias pudieron con nuestra relación. Ni siquiera venció el gran amor que nos teníamos. Y me quedé llorando, abrazada al cojín del sofá, desesperada de amor y tristeza.

                Y esto justamente la víspera de mi viaje. Ese viaje que no me apetecía hacer, pero que era inevitable. Habíamos quedado en que tú me llevarías al aeropuerto. Y lo mantuvimos: vendrías a buscarme a las siete menos cuarto. Así lo hiciste. Mira que te había dicho que no me gustan las despedidas ¿eh?, pero en fin, sólo estaría fuera 5 días… Al llegar al aeropuerto, te bajaste del coche, me abrazaste con fuerza y evitaste mi beso. Todos los besos estaban dados… todas las lágrimas, derramadas… todas las palabras, dichas… 



-Llámame cuando llegues ¿vale? – me dijiste una vez más, con auténtica tristeza.

-Claro, Ángel. Lo haré. – te respondí. Nunca me gustó ver desesperación en tu cara.

Entraste en el coche y te marchaste. Te fuiste otra vez.

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Fragmento del relato incluido en RELATOS ÍNTIMOS DE MARY ANN GEEBY.