Una vez fue la noche la que resultó preciosa. Ocupó todo
tiempo y lugar, con sueños posibles y alcanzables. Se llenó de imágenes bellas,
aromas maravillosos y los más agradables sonidos que pudiera escuchar. Dormí de
un tirón: sin interrupciones, ni ronquidos.
Una vez, abrir los ojos me dolió. La luz hacía daño y la
visión era triste. Los fantasmas y los monstruos no temían la luz del día y
llenaban el mundo de un hedor nauseabundo. La montaña era más alta que ayer y
restaba mayor trecho, a pesar de lo escalado. El dolor no era sólo físico y el
amor me había abandonado.
Una vez, las palabras de ánimo ofendían. Me escondí de la
vida, cerrando los ojos con fuerza y tapando mis oídos con las manos, pero no sirvió
de nada. Todo estaba dentro de mí y quería ser vomitado al exterior.
Una vez quise volver a dormir y que fuera para siempre. Dormir
y no despertar más. Dormir sin amanecer.
Una vez sentí todo eso y fue esta vez.
ÉSTA.
©Mary Ann Geeby
NADA DE ESCONDERSE, BELLA MARY ANN...!!! Tu sonrisa es demasiado hermosa como para que la ocultes...!!!
ResponderEliminarP.D...: Como siempre, el texto es precioso e intenso a más no poder...
Gracias, Javi.
ResponderEliminarSiempre apoyándome.
Un abrazo.
La próxima vez, ocultate con alguien. Veras que divertido!
ResponderEliminarclaro. Gracias por leer y comentar.
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