Abro los ojos y tomo conciencia del malestar en el estómago.
Necesito acudir al cuarto de baño, pero no puedo. Siento mareos, náuseas, sensación
de vacío y vértigo. Tengo que levantarme.
Un fuerte dolor de cabeza me recuerda que anoche bebí
demasiado. Sé que no es bueno mezclar alcohol con la medicación, pero total,
¿qué más puede sucederme?
Hago un ejercicio de concentración e intento visualizar el
interior de mi estómago. ¡Qué asco, Dios mío! Nunca pensé que sería algo así.
Las paredes están inflamadas y llenas de pequeñas úlceras. Debe
ser por causa de los ácidos de los últimos días. O quizá por lo que está
creciendo dentro.
Está ahí, en la parte inferior. Las raíces de esta cosa se
adhieren a las paredes interiores de mi órgano digestivo, cubriéndolo casi por
completo. Y él crece, cual planta, con multitud de tallos gruesos y viscosos.
Ahora comprendo la razón de no tener hambre. Entiendo la
terrible halitosis que me acompaña desde hace varios días y el mal sabor que
han adquirido los alimentos. Creí que algunas cosas se habían estropeado en mi
nevera. Pero no. Soy yo misma, mi sistema digestivo, las papilas gustativas,
todo se ha alterado por culpa de este ser.
“Esto” llena la mayor parte de la capacidad de mi estómago. Imagino
que, en pocos días, tendrán que sacármelo o invadirá el resto de mi cuerpo. Entre
tanto, intento no pensar en ello, pero es imposible. Constantemente me recuerda
que está ahí.
Las personas me preguntan qué me pasa. Y yo les digo que son
nervios. ¡Nervios! Jajaja… Siempre escuchando la frase de que los nervios
invaden el estómago y ahora me ocurre de verdad. Pero no son nervios. Yo sé que
no. Esto no tiene nada que ver con el sistema nervioso. Aunque la imbécil
aquella dijera un día que “estoy de los nervios”. En realidad, creo que “estoy
del alma”
¿Y la cabeza? ¡Este maldito dolor que no se pasa con
analgésicos! Sé que mi estómago y mi cerebro se han conectado directamente, de
algún modo que desconozco.
Sé que todo tiene que ver con “ello”, pero no comprendo
cómo. Para crecer, se alimenta de mí, pero más de mi mente que de mi cuerpo. Es
como los de aquella película, que robaban la vida desde fuera, absorbiendo su
ser. A mí me está chupando la mía desde dentro, desde el interior de mi cuerpo.
Desde el estómago, pues es donde se sienten las cosas. Desde el cerebro, pues
es donde habita mi alma.
“Pronto estaré bien”, me repito una y otra vez, como un
mantra. Pero no me lo creo. Estoy en esos días en los que todo es increíble e
impensable. Debo repetirlo, a veces en voz alta. Tengo la obligación de
hacérmelo creer, aunque sea tarea imposible.
¡Vamos, repítelo! ¡Más alto, venga! ¡Una y otra vez! ¡Pronto
estaré bien!
Pero no funciona.
Esto es HOY. Es AHORA. Y hoy y ahora, sigo queriendo
escapar, salir de aquí y no volver más.
Me quiero ir.
©Mary Ann Geeby
Qué te voy a decir si lo vivo y lo siento. Muy buen descrito y relatado. Un beso.
ResponderEliminarSabía que tú me entenderías. Un beso, linda <3
EliminarIntenso y muy bien escrito... Me gusta mucho, bella Mary Ann...!!!
ResponderEliminarGracias, lindo Javi. Besos.
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