TOCÁNDOME
(Mary Ann Geeby)
Me quito la ropa y me tiendo en la cama. Algo de música
llega desde el salón. Enseguida vienes tú, ya desnudo. No sabemos por qué y
mira que lo hemos hablado… Nos gusta de muchos modos, pero siempre preferimos
lo mismo: en la cama y desnudos.
Cuando apareces cierro los ojos y me concentro en los
cientos de terminaciones nerviosas de mi piel. Y comprendo que sólo son felices
cuando están en contacto con tu cuerpo. Pienso en concreto en mis labios.
Adoran los tuyos. En realidad, adoran cualquier punto de tu anatomía.
¿Recuerdas cómo buscan desesperados ese lugar en tu cuello, ése en concreto, en
el que expandirse en un beso eterno, mientras aspiro, olvidando el resto del
mundo, no queriendo recordar que la vida sigue, muy a mi pesar…?
Pero mi mente vuelve a posarse en el reducto de mis labios.
Cuando tu lengua los acaricia, cuando los lame ansiosa… Y mientras permanezco
con los ojos cerrados, para centrar todas mis sensaciones en ese lugar, deseo
desesperadamente que ese contacto jamás desaparezca. Siento tu respiración
acariciando las comisuras de mis labios, aspiro tu aroma y me abandono a ti, abro
mi boca, te beso.
Entonces recuerdo que tengo más superficie, a lo largo de mi
cuerpo. Muchos centímetros más de piel, todos y cada uno de mis poros, que
adoran ser tocados. Tus dedos deslizándose a lo largo de mis brazos, tus manos
surcando mi espalda, todo tu cuerpo enredándose en mis piernas… Así, desnuda e
inmóvil para ti, para ser adorada por tus ojos, por tu boca, por todo tu ser…
Tus caricias lentas, cálidas, recreándote ahí donde mi piel es más fina y
sensible, mezclando las cosquillas con el placer, sin dejar de observar mis
gestos por ver si sonrío, escuchando atentamente para no perderte ni uno sólo
de mis jadeos, queriendo fotografiar en tu mente cada respuesta que producen
tus caricias en mí.
Y de nuevo tu boca entra en acción. Se acerca a mis pechos y
los ataca, esta vez con una fuerza incontenible, con un deseo inacabable, con
una energía imposible… Succionas mis pezones, tan duros y rugosos. Los muerdes,
produciendo máximo goce. De mi boca escapa un gemido que casi es grito.
Rápidamente los lames, queriendo calmar el daño que fue placer, pero no es ese
mi deseo. Al momento añoro ese dulce dolor que duró un instante, ese
maravilloso y breve sufrimiento que me elevó a un punto vertiginoso. Entiendo
que me he vuelto adicta a él, quiero volverlo a sentir y ruego desesperada:
—¡Más…!
Sin embargo, tú decides jugar con tus dedos, pellizcando,
estudiando cada gesto o gemido para saber en qué momento parar. La boca toma de
nuevo el relevo y tornas a morder, a succionar y a lamer. En una batalla de
manos y boca, consigues elevarme a un estado próximo al clímax, pero no me dejarás
llegar aún. Seguirás manteniéndome en ese punto, sin dejar que me corra, hasta
que decidas entrar en mí. Esperarás a que te lo pida, querrás que te suplique.
Finalmente sí: tú me penetrarás, tú sentirás, tú gemirás y llegarás al orgasmo
como te gusta, dentro de mí. Justo antes o después, nunca es exacto el momento,
me dejaré llevar contigo. Y todas nuestras terminaciones nerviosas estallarán a
lo largo de nuestros cuerpos, en la piel y en el interior. Adoro hacer el amor
contigo, cielo.
No hay mejor manera de mostrar, en todas sus variantes, al amor, así, sintiendo como te estremeces con cada sílaba pronunciada o escrita, como se te conmueve el alma mientras tus dedos, a las órdenes de tu mente, dejan esas frases entrelazadas en una cuartilla blanca o en una pantalla de metra quilato... frases que se convierten en orgasmo al ser acariciadas... sí, tus letras han formado un nexo, se unieron para fundirse, como hace el helio al solidificarse... y se formaron dos amantes para crear la perfecta pareja y el maravilloso amor. Felicidades, Mary, hacéis la pareja perfecta.
ResponderEliminarGracias cielo. Miles de gracias.
EliminarSólo tú podrías decirlo tan lindo.
;-)
Me encanta como escribes, excelente y sugerente relato
ResponderEliminarGracias Begoña.
EliminarUn beso
Poderoso, intenso, sensual y sexual.
ResponderEliminarEres una maestra del erotismo, Mary Ann.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias Javier. Es un honor leer esas palabras, viniendo de ti. Gracias. Besos
EliminarExcitante. Prefiero tus relatos eróticos que otro tipo de relatos. Creo que te sientes muy bien en este género y que te mueves como pez en el agua.
ResponderEliminarUn abrazo.
Exacto, Ricardo. Es el género en el que me encuentro más a gusto. Escribiendo, se entiende. Jajajajajajaja
EliminarGracias por tus palabras.
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