Quiero compartir con vosotros el ejercicio que realicé, con motivo de Halloween, para el Taller de Escritura Creativa, que estoy cursando con Jose Luis Losada. Tenía unos condicionantes que os cuento:
- La protagonista era Charlotte, The ghost girl.
- Tiene hemofobia.
- Convenía que se encontrara con otros personajes de mis compañeros de taller.
- Al final, debían encontrarse todos en el cementerio.
Me hizo mucha ilusión escribirlo; lo disfruté mucho. Y he tenido una buena nota por él. Ah!!! el relato no es de miedo (no era obligatorio que lo fuera), aunque la protagonista sea un fantasma.
INICIO DEL CURSO
Eran las siete de la mañana cuando sonó el despertador. Charlotte
tenía demasiado sueño, pero no deseaba llegar tarde el primer día de
universidad, de modo que se desperezó y se levantó despacio. Fue al servicio
para constatar una vez más que no tenía sentido. No tenía necesidades
fisiológicas, no necesitaba asearse, ni peinarse, ni lavarse la cara o la boca.
Y, para colmo, tampoco se veía en el espejo.
Le estaba costando mucho adaptarse a esta nueva vida. Odiaba cuando
oía: “Los fantasmas no existen”. Siempre le daban ganas de asustar a quien lo
hubiera dicho. O al menos, jugarle una mala pasada. Pero ella era buena; no
podía hacer estas cosas. Siempre se comportaría con bondad, ante los demás,
estuvieran vivos o muertos.
Al principio le había dado miedo: sí, un fantasma con miedo. Miedo
a esa vida, a ser un fantasma. ¿Cómo
podría adaptarse a esta nueva situación? Lo bueno es que había llegado aquí sin
una sola herida. Si hubiera tenido que sangrar, Charlotte creía que habría
muerto varias veces a la vez. Y con todos sus temores, aterrizó en un lugar
extraño, pero enseguida vio a los demás, y eso le hizo comenzar a tener
confianza.
Sin embargo, lo más impresionante de todo es que ¡LA VEÍAN! Siempre
refiriéndonos a los demás fantasmas, claro, ya que sólo los espectros podían
detectarse entre ellos. Pero es que no había habido ser humano más transparente
que Charlotte en el mundo de los vivos. Podían pasar horas sin que nadie notara
siquiera que ella estaba allí. No era interesante, no tenía una conversación
amena, ni gustaba a nadie. Por el contrario, en el mundo de los muertos, aquel hombre
se había fijado en ella el primer día.
Se acercó a ella y le dijo:
—Hola, soy Jose Luis. ¿Cómo te llamas?
—Charlotte —respondió ella temerosa, como siempre.
—¿Acabas de llegar? ¿Qué te ha ocurrido? —preguntó él con una
sonrisa.
—Me atraganté con un osito de gominola.
Jose se rio al escuchar ese comentario. Charlotte bajó la cabeza de
nuevo. Ni para morir había sido original: ahogarse con un osito de gominola era
la mayor estupidez que se le podía ocurrir, pero es que había sido cierto.
—¡No me lo puedo creer! Es la muerte más original que he oído desde
que estoy aquí. ¿Sabes dónde ir? ¿Te ayudo?
Charlotte volvió a alucinar al ver que su historia interesaba a
alguien. Enseguida respondió:
—No tengo ni idea de dónde ir, ni qué hacer, la verdad.
—Tranquila, yo te ayudo. Mira, ve a aquel edificio y pregunta por
la Señorita Van Darven. Ella es la directora del colegio mayor. Te ayudará a
buscar alojamiento mientras estás aquí. Imagino que tendrás que ir a clases;
seguirás estudiando, ¿no?
—Si no puedo librarme… —respondió ella sin mucha ilusión.
—Soy profesor de lengua en la Facultad de los Muertos. Seguro que
seré tu profe. Nos veremos pronto, Charlotte.
En cuanto entró en el rectorado, la envolvió el buen rollo de dicho
lugar. Era curioso, de repente le apetecía enrolarse en esta vida tan extraña.
—Hola, chica nueva. ¿Quién eres?
—Hola, chica guapa. Pasa de mi hermano.
A izquierda y derecha de Charlotte habían aparecido dos increíbles
jóvenes, guapísimos, con unas preciosas sonrisas perfectas, sendos pares de
ojos azules y verdes como para perderse en ellos, y cabello rubio y castaño
claro, respectivamente. Nuestra protagonista creyó estar en un partido de
tenis, pues no dejaba de mirar a un lado y al otro para comprobar que, aunque
eran sorprendentemente parecidos, se trataba de dos jóvenes diferentes.
—Yo… Eh… La verdad es que… Bueno, me llamo Charlotte y he muerto
hace unas horas.
—Hola, Charlotte. Soy Luca. Soy vampiro y morí hace quince años.
Estamos aquí para hacer la matrícula, porque el curso comienza mañana. No te
asustes porque seamos vampiros. Sólo mordemos a los vivos. ¡Jajajajajaja! ¿Podemos
ayudarte? —le explicó el gemelo rubio.
—Ciao, bella. Io sonno Piero. Puedes venire conmigo y te ayudaré en tutto
lo que necesites. De todos modos, te garantizo que me encantaría morderte la
yugular, preciosa —Esta vez habló el otro hermano.
—Hay un problema en todo esto… Yo… Eh… Tengo fobia a la sangre. De
modo que mejor, lo dejamos aquí, ¿vale? Ha sido un placer conoceros, chicos
—respondió Charlotte, literalmente temblando de pavor.
—No, no, no, no, no y mil veces no. Aquí no se deja nada —replicó
Piero, sujetando a la joven fantasma de un brazo. Era curioso que aquel agarre
sí surtiera efecto.
—Mira, preciosidad. Como te hemos dicho, no mordemos a los muertos.
Y, cuando vayamos a alimentarnos, tendremos cuidadito de que no andes por ahí
cerca. ¿De acuerdo? —aclaró Luca.
—De acuerdo. Podremos intentarlo —les respondió ella.
A Charlotte le habían caído genial los hermanos vampiros, de modo
que se dejó asesorar y ayudar por ellos. Al cabo de un rato, ya había terminado
todos los trámites.
—¿Y qué se supone que se hace ahora, chicos? —preguntó ilusionada.
—Bueno —respondió Piero—, tú no comes y nosotros no chupamos la
sangre de muertos, de modo que, si quieres, podemos ir a dar una vuelta por el
campus, escuchar música, ver alguna película y pasear… Eso sí: tú y yo solos.
Busquemos el modo de dar esquinazo a mi hermano, ¿quieres?
Charlotte estalló en carcajadas. Piero era un conquistador y la
tenía obnubilada. Además, era tan perfecto… Pero lo que más le llamaba la
atención de él era que la consideraba linda. Ella que había pasado
absolutamente desapercibida entre los vivos, que nadie había reparado en que
estaba muerta hasta unos minutos más tarde, ella que no era casi nadie en vida…
ahora resultaba atractiva a un par de bombonazos que no le quitaban ojo.
Pasaron la tarde más hermosa de su vida, aunque técnicamente ésa ya
no era su vida, sino su muerte. Charlotte comenzó a pensar que estar muerta era
lo mejor que le había sucedido. Por la noche, los hermanos la acompañaron a su
residencia y ambos la despidieron con un beso en la mejilla. Si bien, el beso
de Piero se acercó sospechosamente a la comisura de sus labios.
Y al fin hoy comenzaban las clases. Tenía que estar a las ocho en
punto en el edificio interfacultativo. Pero al bajar a la calle, sus
maravillosos acompañantes estaban esperándola. El camino hasta la facultad fue
agradable. Ellos siguieron poniéndola al tanto de todo lo que había ocurrido en
aquellos días. Al llegar al “inter” Luca se acercó a dos chicas que estaban
esperando en las escaleras de entrada. Las saludó con dos besos y se acercó a
su hermano y a Charlotte.
—Chicas, os presento a Charlotte. Llegó ayer mismo, de modo que
necesita ayuda —Y dirigiéndose a la chica, le dijo—. Ellas son Emma y Silvia.
Son brujas. Llevan tres y cinco años entre los muertos.
—Hola, linda —le saludó Emma.
—Encantada, preciosa —secundó Silvia —. Tenemos clase de lengua a
primera hora. Verás cuando entremos, al bombón del profesor. Además, te ayuda
mucho a la hora de escribir textos. Todas las dudas que tengas, se las puedes
preguntar.
—¡Y tanto! —rio Emma a carcajadas, mientras se dirigían a la
clase—. Silvia le pregunta hasta cuando no tiene dudas. Lo que sea por hablar
con él.
—Lo conocí ayer mismo, al llegar. Me pareció muy majo— aclaró
Charlotte, sentándose con sus amigos, en la primera fila.
—Callaros ya, cotorras. La clase va a comenzar —les reprendió
Piero, dejando entrever el pellizco de los celos.
—Buenos días, clase —saludó el profesor—. Como la mayoría sabe ya,
tendremos eclipse de sol dentro de una hora. Por esa razón, daremos la clase en
el cementerio. Recoged vuestras cosas y dirijámonos allá.
Superdivertido y genial...!!!
ResponderEliminarGracias, Javi. Un beso.
EliminarUauuuu me ha encantado!!!! A veces en un relato aparentemente sencillo encuentras cientos de matices de las personas, pequeños flashes, fotos que atrapan emociones, recuerdos y sentimientos ... precioso!! sólo una pega ... demasiado corto! me quedo con ganas de más :-(
ResponderEliminarNunca digo "no" a una segunda parte, por si acaso... Pero es más que probable que este relato no tenga continuidad. Diferente será el siguiente. En cuanto el profe me lo devuelva corregido, lo publicaré. Y quizá tengas una sorpresa, preciosa!!!
EliminarGracias por leer y comentar. Y también por compartirlo. Besazos, linda.
Jolin con lo que me estaba gustando y nos dejas así? No me lo puedo creer quiero que continúe, síguelo az un libro, una novela lo que quieras pero termínalo,😢😢😢
ResponderEliminarMuchas gracias, Ascen. Puede ocurrir que lo continúe, pero más adelante. De todos modos, tendría que cambiar alguna cosilla, pues el personaje de Charlotte ya existía. Lo usé porque en el ejercicio para el Taller de Escritura, elegíamos personajes que ya existen...
EliminarGracias por entrar, por leer y por comentar. Un beso.