Siguiente edición de TE ROBO UNA FRASE. La de este mes es "No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño." - De Edgar Allan Poe, El Gato Negro.
Como siempre, espero que os guste.
MISTERIOSO TESORO
(Mary Ann Geeby)
Y se fueron los invitados. Por fin se pudo quedar solo. Tenía
unas ganas terribles de abrir el cofre que había encontrado a la hora de prepararse,
bajo aquellas tablas que se movían en la habitación granate. El cuarto del
crimen, había decidido llamarlo. Estaba lleno de trastos inservibles, polvo y
libros viejos. Esto era lo que más le había gustado. Tenía tantas ganas de
inspeccionar esa habitación que no había podido resistirse.
Era el día de la inauguración de su mansión. La había
adquirido a través de esa página web tan conocida. “La casa maldita”, le habían
dicho. Llevaba en venta más de tres años y no conseguían desprenderse de ella,
a pesar de estar tirada de precio. Muchos ricachones y pudientes, necesitados
de blanquear dinero se habían interesado por ella, pero después de la breve
visita inicial, todos se echaban para atrás. Siempre había otras en las que
invertir.
Pero Pedro pensó que era un lugar precioso en el que vivir. Apartado
del resto de la “civilización”. Allí podría tener la paz que no encontraba en
la ciudad. Tampoco estaba demasiado alejado, pero sí tranquilo. La compró
inmediatamente. Sólo le había dado tiempo a limpiar y adecentar la planta de abajo
y la habitación azul, la que usaría para dormir.
Ese mismo día decidió entrar en la amarilla, la salmón y la granate,
por ese orden. Aparte de mucho polvo y
trastos, no había gran cosa. Pasó toda la mañana limpiando y buena parte de la
tarde. Sobre las siete dejó todo tal cual. Debía ducharse y prepararse para la
fiesta de inauguración.
Le repateaban estas cosas, pero Sara había insistido en que
debía hacerla. Invitó a unas diez personas de la oficina y cinco amigos del
club. Pero en el momento de abandonar la habitación granate, una tabla del
suelo crujió. Se retorció el tobillo y cayó al piso. Después de comprobar que
no se había lesionado (no le habría faltado más), miró la tabla que se movía. La
levantó, y ahí estaba: un pequeño cofre de madera, de esos que no se abren de
modo normal.
No tuvo problema para abrirlo. El año pasado viajó a
Budapest y trajo una de esas para cada hermano. Ésta era diferente, más grande
y con otra apertura, pero después de manosearla un rato, encontró el mecanismo.
Al abrirla descubrió un auténtico tesoro. Un libro encuadernado en piel,
manuscrito, muy antiguo. A pesar de ser la hora de la fiesta, no pudo evitar
abrirlo y comenzar a leer.
“No
espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me
dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan
su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.”
En ese momento sonó la campanilla de la puerta. ¡Maldición,
ya estaban aquí! Metió el libro en el cofre y lo posó sobre la cómoda. Bajó las
escaleras corriendo y abrió la puerta principal. Era Sara.
—Pero ¿aún estás sin vestir? ¡Eres un desastre! ¿Ya llegaron
las viandas del “catering”? —entró como una exhalación, directa a la cocina.
—Sí, Sara. Ya está todo. Voy a ducharme y a vestirme. En un
cuarto de hora estoy listo. —respondió Pedro, subiendo las escaleras.
Y así fue. Al pasar ante el cuarto del crimen, estuvo
tentado de entrar de nuevo. Pero cualquiera se enfrentaba al estrés andante,
llamado Sara. De modo que decidió ir a su cuarto a ducharse y prepararse. Tardó
exactamente diecisiete minutos y veinte segundos y bajó la escalera cuando sonó
de nuevo la campanilla.
El resto de la noche fue un horror para él. Odiaba estos
actos sociales, pero siempre se dejaba convencer por los preciosos ojos verdes
de la mujer más hermosa del mundo. Cenó, charló, bebió y hasta bailó. Eso sí:
todo el tiempo estuvo pensando en el libro, el cofre y la habitación granate. No
veía el momento de que se fueran todos y poder abrir de nuevo la puerta, la
caja y el libro.
En el momento en que se cerró la puerta, voló escaleras
arriba. Abrió el cuarto del crimen, aferró la caja y volvió a encontrar el
mecanismo de apertura y por fin, libro en mano, llegó a la enigmática frase. En
ese preciso momento, sonó de nuevo la campana de la puerta principal. Dejó todo
tal cual y bajó la escalera. Abrió la puerta y ahí estaba Sara.
—No me puedo creer que me hayas dejado sola despidiendo a la
gente. Y cerraste la puerta. ¿Te habías olvidado de mí? —le echó Sara en cara.
—No, cielo. Tenía que ir al servicio. Vamos a la cama, anda.
Mañana recogeremos todo. —respondió Pedro azorado.
Y subieron a la cama. Evidentemente el libro debería esperar.
Ahora prefería adentrarse en descubrir los tesoros del ser más maravilloso del
universo.
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Cada mes propondremos una frase, bien de un libro, bien original. Todos aquellos que quieran participar pueden hacerlo, la única regla es que la frase tiene que estar incluída en el texto. La longitud y la temática serán libres.Los textos los publicaremos todos el mismo día, el tercer lunes de cada mes. Ese mismo día se propondrá la frase para el siguiente juego.Sed libres de proponer frases para futuras ediciones en los comentarios de Jukeblog, añadiendo si la frase es original o robada. De ser así, por favor, incluid el autor y la obra de la que se ha sacado.
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