TE ROBO UNA FRASE, IV EDICIÓN
JUEGO DESCONOCIDO.
Otro mes me siento feliz de participar en este juego, iniciativa de Ramón Escolano. Y esta vez se acerca más a mi estilo habitual. Será que la frase daba más juego... o será la alegría por los últimos acontecimientos.
Como siempre, deseo que lo disfrutéis mucho. Besos.
La frase de hoy es:
La persona que había al otro lado era una mujer joven. Muy obviamente una
mujer joven. No había manera posible de confundirla con un hombre joven en
ningún lenguaje, especialmente en braille.– Terry Pratchett – Mascarada
JUEGO DESCONOCIDO
Miren decidió entrar a formar parte de aquel grupo tan
sugerente, después de tantas invitaciones. Le había dado muchas vueltas, pero
era exactamente lo que deseaba. Quería encontrar personas con sus mismas
inclinaciones, con sus mismos deseos y fantasías. Así que después de buscar,
preguntar, chatear, informarse… y recibir nada menos que catorce invitaciones
para formar parte de la comunidad, finalmente aceptó.
La convocatoria era clara: presentarse el viernes a las
nueve y media en la dirección que le enviaron por mensaje privado. Único
requisito, ir vestida completamente de blanco. Y ella cumplió con todo lo
prescrito.
El taxi la dejó en la entrada de la finca. Apenas había
veinte metros hasta la puerta principal y a pesar de ser noviembre, ser noche
de luna nueva y desconocer el lugar, no temía nada, pues ella se sentía segura
de lo que iba a hacer y el lugar estaba bien iluminado.
Llamó al timbre e inmediatamente se abrió la puerta. Era
como si aquel hombre hubiera estado esperando, situado exactamente detrás de la
misma, con su mano en el picaporte. La miró, sonrió y saludó:
-
Buenas noches señorita Aldama. La estábamos
esperando.
Miren se quedó mirando con su boca abierta. ¿Cómo podía
conocer su nombre?
-
Buenas noches, caballero. Muchas gracias. –
respondió ella.
-
Por aquí, por favor. – le indicó, señalando la
puerta de la izquierda.
El amable mayordomo abrió la enorme puerta y más de veinte
personas vestidas de blanco se volvieron para observarla. El hombre volvió a
cerrar la puerta, abandonando el lugar. Enseguida, una mujer rubia, de unos
cincuenta años, se acercó a Miren y le dijo:
-
Hola Miren, preciosa. Soy Selene. Bienvenida a
mi casa. – y le dio un beso en la frente. – ¿Te puedo presentar a mis
invitados?
-
Me encantaría conocerlos, gracias, Selene. –
respondió Miren.
Poco a poco, le fue presentando a todos los invitados.
Algunos nombres le eran familiares, otros no. Recordaba a Félix, Andrea, César
y Lamas, de los chats de la red social. Todos los presentes le fueron saludando
con un beso: en la frente, en la sien, en la mejilla y hubo quien la besó en
los labios.
-
Bueno, ¿qué quieres tomar? – le preguntó un
nuevo conocido, llamado Javier, ofreciéndole a su vez unos canapés.
-
Ron con limón, por favor. – Respondió ella,
tomando uno.
Hasta ahora no se había percatado de que estaba hambrienta.
Los nervios, las novedades y la preocupación por si no estaba a la altura de
las circunstancias, no le habían permitido darse cuenta antes. Cogió otro par
de ellos y bebió de su copa. Enseguida se encontró perfectamente integrada en
la conversación.
-
Cuando os plazca, podemos pasar a la mazmorra. –
Anunció Selene.
Todos dejaron sus copas y platos en la gran mesa. Se
dirigieron hacia la escalera y comenzaron a descender.
-
Querida – le dijo a Miren. – Tú me puedes
acompañar al ascensor. Entrarás en la mazmorra con los ojos vendados, por lo
que las escaleras son peligrosas.
-
¿Qué me vais a hacer, Selene? – preguntó Miren,
temerosa.
-
Pero cielo, no te vamos a hacer nada. Bueno, en
realidad te vamos a introducir en nuestro grupo, de un modo más… digamos
“formal”. Formarás parte del juego, pero no haremos nada que no quieras, por
supuesto. ¿Tienes miedo, Miren?
-
No, no es miedo. De repente, me entró
desconfianza… - respondió ella.
-
Bueno, sabes que siempre puedes decir que no te
gusta, que no deseas seguir. No te preocupes de nada, ¿vale?
-
Claro, no es nada. Serán los nervios de la
primera vez.
Llegaron al ascensor y Selene le vendó los ojos.
Descendieron. Salieron de él y Miren escuchó una música muy
relajante. Percibió también un aroma dulce, fresco, sensual…
-
Acércate, Miren. – Le dijo Lamas. – Siente,
vamos, utiliza tus manos, tus oídos, tu olfato, el resto de tu cuerpo.
Miren adelantó las manos y encontró una mesa y más allá,
había alguien. Decidió rodearla y seguir buscando. La persona que había al otro lado era una mujer joven.
Muy obviamente una mujer joven. No había manera posible de confundirla con un
hombre joven en ningún lenguaje, especialmente en braille.
-
Ahora te toca a ti, Miren. Disfruta. – escuchó a
Félix.
Y exactamente eso fue lo que hizo. Disfrutar libremente de su
cuerpo, del de sus amigos. Cumplir un deseo recurrente en los últimos días.
Jugar a un juego desconocido, que le producía sensación de bienestar, de
libertad, en definitiva, de felicidad.