martes, 30 de junio de 2020

NADIE MUERE EN WELLINGTON, de Carmen Sereno.


DÓNDE ADQUIRIR LA NOVELA:

· Yo la compré en este ENLACE de amazon.
· Mi intención había sido adquirirla en Maynu Readers, pero hubo de ser suspendido por el Covid’19. Seguro que, cuando vuelvan los Eventos Literarios, podremos encontrar ésta y todas las novelas de Carmen Sereno.
· En la mayoría de las librerías físicas o digitales.


SINOPSIS (de la propia autora):
«Con él aprendí que el amor no se mide en tiempo, sino en intensidad.» Noviembre de 1999, Londres. Emma lleva una existencia triste y anodina desde la muerte de sus padres, pero cuando la tragedia la golpea de nuevo, decide dar un giro a su vida y empezar de cero en Wellington, la ciudad más feliz del planeta. Allí conoce a David, el misterioso dueño de una pequeña cafetería que la ayudará a instalarse, aunque también esconde muchas cicatrices que lo atormentan. ¿Serán capaces Emma y David de dejar atrás los fantasmas del pasado y concederse una segunda oportunidad?

CARMEN SERENO:
Carmen es una persona muy especial en mi vida como escritora, como lectora y como persona. Algunos de mis sentimientos por ella, aparecen en esta opinión que escribí a finales del año pasado.

LA OPINIÓN DE MARY ANN:
¿Por qué será que Carmen Sereno siempre acompaña momentos importantes de mi vida? Yo no creo en las casualidades —más bien en las causalidades—, así que, seguro que tiene una maravillosa explicación que yo, por supuesto, desconozco.

Y dicho esto, quiero añadir que NADIE MUERE EN WELINGTON ha sido EXACTAMENTE lo que necesitaba durante el confinamiento y la posterior desescalada, motivados por la pandemia del Covid’19. En un momento en el que nos vimos privados de libertad, en el sentido más estricto de la palabra, esta novela me hizo viajar, nada más y nada menos que a la otra punta del mundo. Sabed que yo siempre he adorado viajar, pero sobre todo a lugares “al alcance de la mano”. Y, sin embargo, os juro que quise ir a Nueva Zelanda. Y no sólo por los lugares mágicamente descrito, sino por las sensaciones que esos lugares han provocado en mí. Es un tópico decir eso de que leer te ayuda a viajar en tu imaginación. Pues en este caso, ha sido la mayor verdad del mundo.

Pero es que, para más INRI, Emma comienza una nueva vida, fuera de lo que había sido su casa hasta entonces, de lo que podría haberse considerado su zona de confort, lejos de personas (pocas le quedaban ya, cierto) y, sobre todo, de lugares. (¿De qué me sonará a mí todo eso?).

Opinando sobre el argumento, no hay nada más que yo pudiera pedir. Bueno, sí: que fuera algo “real”; es decir, factible; o sea, posible; “I mean”, que pudiera darse en la vida real, la de pisar el suelo. Pero eso… “ay, hija mía”, me temo que sólo existe en la literatura. En la romántica, en la fantástica y poco más… Bueno, no está mal. ¡Sabemos dónde lo podemos encontrar! Una vez más, la literatura cumple su función.

Aunque no lo haya escrito en primer lugar, para mí es lo más importante: el estilo literario de Carmen. O más ampliamente, cómo está escrita la novela. Algunas personas saben que soy correctora de algunos autores, amigos siempre, que me piden que revise sus textos antes de publicarlos. Eso hace que casi siempre, cuando leo, salga la vena “correctora”. Pues bien, en las novelas de Carmen hay menos errores que dedos en mi mano. “Mira, guapa, ¿qué quieres que te diga? ¡Leer así es una auténtica gozada!”.

Leyendo algunas escenas me las creí de tal modo que veía, pero también degustaba, olía, escuchaba y hasta sentía en mi piel. Y eso no se debe a una descripción plagada de adjetivos, sino a una manera de expresarse tal que te lleve a decir, por ejemplo: “¡J****!, ¡qué bien escribe esta tía!”. Es muy típico mirar fotos de lugares que estás leyendo, pero es maravilloso no mirarlas, porque no lo necesitas. Y eso sólo ocurre cuando la mente te lleva exactamente allí. O el sentido del gusto, por ejemplo: ¿cómo puedes saber que algo te gusta (o no), si no lo has probado? Pues sabed que nunca he probado los bagels, pero ¡Oh, cielos! ¡Me encantísiman! (Como diría Mary Guaguy). Sobre el sentido del tacto, entended que no entre a explicar lo que sentí, ¿vale? Sólo sabed que fue… INMENSO.

Leer a Carmen es un placer para mí, de modo que pienso seguir haciéndolo. Si además tienes la suerte de tener sus libros dedicados, todo es mucho mejor. Esta mujer firmó sus novelas en St. Jordi: envió una dedicatoria manuscrita a todo aquel que le envió foto de sus libros, por lo que yo tengo la mía. La imprimí en formato fotografía y ahora se queda como marcapáginas de este libro, que ocupará un lugar especial en mi biblioteca de casa.