sábado, 17 de junio de 2017

HOLOGRAMA (Mary Ann Geeby)

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Coloqué mis sueños en un holograma, ilusionada por verlos más bellos, cegada por la hermosura que éste poseía. 
Perfectamente protegidos, cual si se hallaran en una burbuja, quedaron inmersos en su preciosa envoltura. 
Ilusiones que brillaban con luz propia, que sin duda me ayudaron a visionar el camino que debiera recorrer... Pero no pude.
Sin demasiado esfuerzo logré ver la vía marcada, clara y nítida, a pesar de los muchos socavones que encontraba en el terreno. Pude también andar por ella, tropezando a veces, levantándome siempre, después de caer una y otra vez. Incluso fui capaz de asir las manos que, solícitas, me tendían mis amigos, las personas que me amaron. Y casi llegué a tocar mis sueños.
Pero, estúpida de mí, no me di cuenta que los bellos hologramas no pueden ser alcanzados, tocados o asidos. Sólo pueden ser mirados, admirados, ansiados.
Probé pues a sacar de su interior mis ilusiones, renunciar a su belleza, y resultó aún mucho peor. Los sueños, sueños son, dijo el maestro Calderón. 
No pude más que quedarme así, sucia del camino, rota de perseguir quimeras y cansada  de tanto anclarme en el olvido.

viernes, 2 de junio de 2017

TU LENGUA (Mary Ann Geeby)

Incluido en UNA FANTASÍA Y TRECE DESEOS.

Tu lengua me vuelve loca.
Recuerdo la primera vez que la vi, justo cuando nos conocimos. Con esa manía tuya de sonreír, mientras dejas que tu lengua asome entre tus dientes. En aquel momento supe que la quería probar.
Después de unas pocas horas, me besaste por primera vez. Tus labios eran muy suaves, pero tu lengua… ¡Ay, tu lengua! Blanda al acariciar la mía, dura al luchar con pasión. Y luego… en el resto de mi cuerpo.
¿Sabes la sensación ardiente de ser abrasada por ella? Poco a poco, recorriendo cada poro de mi piel. Intenté buscar en ella el agua que saciara mi sed, pero sólo encontraba calor inmenso y deseo.
Descendió por mis montañas, por mis valles y caminos. Y llegó al lugar exacto, sin mapas y hasta sin brújula. Tan sólo se guiaba por mis jadeos y gemidos.
Grité justo cuando llegaste, para indicar cuán bienvenido eras a mi hogar, que era el tuyo. Tus dientes mordisquearon y tus labios lo besaron; tu lengua lamió y luchó hasta que consiguió su objetivo. Tú querías mi humedad y te regalé un tsunami, que bañó tu cara, tu boca, tu lengua… La culpable de todo, ella.
De nuevo recorrió mi cuerpo, lamiendo y haciendo cosquillas. Deseando llegar a mi boca, que ya esperaba ansiosa. Nos besamos, nos lamimos, nos acariciamos…, adorando compartir en un beso, los fluidos de nuestro deseo.
Y de nuevo, miro tu lengua, que se asoma entre tus dientes. Y sonríes… Y me matas…

Eres malo. Y lo sabes.