viernes, 30 de diciembre de 2016

La invasión de los sombríos: Linderiun tesarien racem (Jordi Villalobos)

He colgado una nueva reseña en El Escritorio del Búho sobre la novela 

La invasión de los sombríos: Linderiun tesarien racem, de Jordi Villalobos

DETALLES DEL PRODUCTO:

Formato: Versión Kindle
Tamaño del archivo: 1800 KB
Editor: Ediciones Proust; Edición: 3 (6 de diciembre de 2015)
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español

SOBRE LA NOVELA (del propio autor, en amazon):
Un hechizo que lo puede cambiar todo, un romance inesperado, una guerra inevitable, dos historias entrelazadas…
¡Los sombríos acechan! Quieren conquistar toda Frienia. Orcos y humanos, después de muchos años en guerra, deben aliarse para hacer frente al nuevo enemigo común. La forzada unión entre Syriel, el príncipe humano, y Lirieth, la princesa orco, será el sello de esa alianza. Pero entre ellos empieza a surgir un verdadero romance que se ve enturbiado con una sospecha de traición.
¿Esconde Lirieth algo oscuro en su pasado?
La nueva alianza y sus enemigos, intentarán captar dragones y otros poderosos aliados para reforzar sus filas.
¿Conseguirán los príncipes reunir un ejército robusto para poder combatir a los sombríos?
Dos mil años antes un perverso mago llamado Mazorik, conocedor del peor hechizo de magia negra que puede existir:
Linderiun tesarien racem
Planea dominar a todas las razas de Frienia: elfos, humanos, enanos, medianos, gigantes y sombríos
¿Conseguirá alguien desbaratar sus planes?
Dos historias que se entrelazan, en medio de guerras, traiciones, romances, intrigas y aventuras, concluyendo en un desenlace sorprendente. 

SOBRE EL AUTOR (tomado de su página http://jovigiltr.wixsite.com/linderiun):
Mi nombre es Jordi Villalobos, un informático que está iniciando un incierto camino como escritor de novelas fantásticas. He tardado unos seis años en acabar mi primera obra Linderiun tesarien racem: La invasión de los sombríos , actualmente en revisión en varias editoriales. Estudié Ingeniería en Informática de Sistemas y actualmente ejerzo de responsable de proyectos en una importante compañía del sector. No sé si alguna vez podré cambiar mi profesión por la de escritor, eso dependerá del escurridizo éxito, pero me apasiona escribir y lo seguiré haciendo mientras tenga ideas que teclear, de hecho, ya estoy iniciando la segunda parte de Linderiun tesariem racem.

MI OPINIÓN:
Conocí a Jordi Villalobos en las redes sociales y me llamaron mucho la atención sus publicaciones: las piedras y las efemérides. Compré su novela y la comencé enseguida, aunque leerla, me ha llevado más tiempo de lo habitual. Por un lado contamos con que no es un género que leo habitualmente en la actualidad. Se añade además el hecho de que suelo leer varias novelas a la vez y que estoy bastante inmersa en mi tarea de escritora. Otra de las razones que me gustaron y me animaron a leerla fue que me enteré de que Jordi es un fan absoluto de Laura Gallego.  Hace unos años yo también leí casi todas sus novelas y me encantaron.
Sobre la historia, o historias más bien, están llenas de magia y acción, de fantasía y hasta algo de romanticismo. Novela de un mundo lleno de seres fantásticos, de la eterna lucha entre el bien y el mal, el poder y los valores “humanos”, la guerra y la paz. Y por encima de todo, el triunfo total de la lealtad y las relaciones entre los diversos seres.
Es una novela que disfrutarían todos aquellos a quienes les gusten las novelas de fantasía o de  acción. Es apta para cualquier lector, sin límite de edad o aficiones. Magos, orcos, humanos, enanos, gigantes, elfos, dragones y aves maravillosas, formando alianzas o disputas que llevan a una impresionante batalla.
Quiero destacar dos aspectos que me encantaron:
Por un lado, el acuerdo entre orcos y humanos, que se traduce en el compromiso de la princesa Lirieth y el príncipe Syriel. Quizá porque soy una romántica empedernida, pero la preciosa historia de amor entre dos seres tan diferentes, superando demasiadas dificultades que había en su contra, me hizo disfrutar muchísimo de toda la historia.
Y también la manera que tiene Jordi de enlazar la historia de las 7 piedras mágicas, con la posterior de enfrentamientos, coaliciones y situaciones límite. 
Además, quiero reseñar tres detalles absolutamente objetivos: en el momento de hacer esta reseña, la novela está en su 3ª edición con el sello de Ed. Proust; en la clasificación de Fantasía Épica, ocupa el puesto nº 8; y tiene un 4,7 sobre 5 estrellas en el propio amazon.

martes, 27 de diciembre de 2016

ESE BESO...

"...y al fin, un día, me besó así... como si dejar de hacerlo, fuera dejar de vivir. Y comprendí que, sin sus besos, quien dejaría de vivir sería yo." (Mary Ann Geeby)


lunes, 19 de diciembre de 2016

PRESENTACIÓN DE MARY ANN GEEBY

El domingo, 18 de diciembre de 2016 hice mi 1ª presentación en público en Santander. Presenté asimismo mis dos libros: YA NO SOMOS TAN JÓVENES y RELATOS ÍNTIMOS DE MARY ANN GEEBY. Fue un día mágico y me quedo con la idea que nos transmitió Marián Sousa, sobre la VALENTÍA. Gracias, por un día especial.






















lunes, 12 de diciembre de 2016

Entrevista de Marta Sebastián

Marta Sebastian me entrevistó para la sección "El sueño de escribir", de su blog
No os perdáis la preciosa entrevista. Millones de gracias, Marta.



Hola a todos, empezamos una nueva semana y volvemos a mi apartado favorito: El sueño de escribir. Y hoy os quiero presentar a Mary Ann Geeby. Conocí a Mary Ann gracias a twitter (benditas redes sociales) y os aseguro que su novela “Ya no somos tan jovenes” está en mi lista de lecturas pendientes (En otra entrada os hablaré de mi reto literario 😉 ). Lectora apasionada, bloguera (participa en uno de los blogs literarios que mas admiro, el blog de Thelma García y escribe relatos en el suyo propio). Pero mejor os dejo con ella, seguro que os enamorará. 

  1. Los artistas tienen la fama de maniáticos… Cuéntanos cuáles son tus manías a la hora de escribir.

Lo primero que quiero decir es que eso de artista me ha llegado al alma. Gracias por ello.
Mis manías: hasta hace poco te habría dicho que mi rincón del sofá, silencio, si se puede, música tranquila y tiempo… Pero he tenido una racha de “sequía” y lo más necesario es siempre vencer el bloqueo. Creo que ya lo tengo superado…
2. ¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?
Los cuentos tradicionales, de Ándersen, Hnos Grimm y otros. Después, fábulas de Esopo, La isla del tesoro, 20.000 leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la tierra,… En la preadolescencia, todos los de Enyd Blyton.
3. ¿Y cuál es ese libro que nunca conseguiste acabar?
Me da vergüenza decirlo… “El Quijote”
4. La mayoría de los escritores lo hacen desde pequeños aunque no se deciden a publicar hasta mucho más mayores. ¿Conservas tus primeros escritos? ¿Cuál fue tu primera historia?
No los conservo. Me encantaba escribir historias, pero eran bastante malas. El primer escrito que valió la pena fue un relato que escribí para un concurso de redacción, por el que obtuve un premio.
5. ¿Cómo decides el título de tus obras?
En la novela, me lo pedía la historia. Surgió como el resto de la obra. El libro de relatos tiene un título que “me regaló” el escritor Javier Haro.
6. ¿Planificas tus obras o te dejas llevar por la historia?
Sólo funciona bien la cosa si me dejo llevar. Cuando planifico y organizo, me suelo estancar.
7. Admítelo, ¿A que te cuesta más hacer la sinopsis que el libro? Ahora en serio, ¿Cuál es para ti la parte más difícil dentro del proceso de creación y publicación de un libro?
La sinopsis fue dificilísima, jajajajajaja
En mi caso la parte más difícil fue la publicación, porque no sabía por dónde empezar. Suerte que conté con el asesoramiento de algunos autores, entre los cuales destaco a Alex García, que me ayudó mucho en ambos libros.
8. ¿Qué piensas cuando ves tu nombre en la portada de un libro?
¿Después de llorar? Jajajajajaja… soy muy emotiva y sensible. En la novela, pensé: “Sí señora. Lo conseguiste”.
9. Es normal “enamorarse” de tus personajes, pero… ¿has odiado a alguno? ¿Cuál es con el que te ha sido más difícil empatizar?
Ana tiene una compañera de trabajo, Alba, que es una tocapelotas, jajajajajaja… Pero tanto como odiar, pues no. Quizá algo que me pasó: cuando estaba escribiendo, el personaje de Jorge se rebeló. Se ve que no quería ser “el malo de la película” y tuve que cambiar gran parte de la historia. En la segunda, comprobaremos que no conocíamos a Jorge.
10. Cuéntanos una buena y una mala experiencia que te haya sucedido desde que publicaste tu primer libro.
Primero la buena: contacté con dos autoras que se desvivieron por explicarme qué hacer, dónde acudir, qué no hacer,… fueron fabulosas. Noelia Amarillo y Maribel Pont.
En cuanto a lo malo, también hubo una autora de mucho renombre, que vende un montón. Ella no se molestó en responder mi mensaje. La verdad es que sólo alababa sus libros en él, no le hablé del mío, pero debía estar demasiado ocupada.
11. Plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, ¿Cuál te falta? Y si los has hecho todos, ¿Qué sueño añadirías?
Dos árboles, dos libros y dos hijos. La verdad es que no puedo pedir mucho más a la vida. Aunque puestos a soñar… Me gustaría tener mi propia editorial, corregir libros, publicarlos, y hasta venderlos. Pero para ello se necesita tiempo y dinero y tengo poco de ambos.
Y porque no solo de libros vive el escritor… Un cuestionario rápido
 Una película: Armas de mujer.
 Un deporte: baloncesto.
 Un color: turquesa.
 Una canción: Lía (Ana Belén)
 Un grupo de música: La oreja de Van Gogh
 Un actor/actriz: Matt Bomer.
 Una ciudad: Barcelona.
 Comida favorita: Arroz
 Una estación: Verano.
 Un adjetivo para definirte: Dulce.
Y para terminar, un momento para publicitarte, ¿Por qué los lectores deben comprar tus libros?
La novela es actual, amena y real. Es una historia que le puede suceder a cualquiera. La protagonista no es chica joven y maciza, sino madura y normal.
Los Relatos son la manifestación de mis fantasías y deseos más profundos. Todo el que los ha leído, ha disfrutado de ello.

domingo, 4 de diciembre de 2016

SUEÑO (Mary Ann Geeby)

Uno de mis pensamientos... Un apasionado SUEÑO.
Sueño con volver a sentir
aquel ardor en mis labios
cuando los posé en tu piel…
Quiero aquel fuego intenso
que me provocó tu cuerpo.
Ojalá devore sin piedad
el ansia que muestran mis dedos
cada vez que te pienso…
Ansío que el deseo muera.
O me mate... ¡Sí, me mate!
Sólo si no te tengo...

© Mary Ann Geeby

jueves, 1 de diciembre de 2016

EVA (Mary Ann Geeby)

Primer relato que envié al Cibertaller Literario. Me encantó escribirlo. Debía incluir algunos datos que me venían dados por el propio ejercicio, como el nombre del protagonista, la frase final y la época en la que sucede. Quizá un día me anime a continuarlo. Disfrutadlo.

"Eva" (Mary Ann Geeby)

     
Ya nunca podría olvidar el azul del mar, ni el rojo amanecer en la playa.

Trevor había pasado dos fantásticas semanas en Santander. Al fin había podido dormir en verano. Y la paz que allí se disfrutaba… era maravillosa. Le había costado mucho ahorrar el dinero para poder realizar ese fantástico viaje, así como convencer a sus padres para que le permitieran ir. De hecho les había mentido: les contó que iría con los amiguetes de la cuadrilla, pero se había ido él solo.

Al principio, sus propios amigos le decían que estaba loco. Con la poca pasta que manejaban, pues su padre era conductor de un camión, no podía permitirse esas dos semanas de vacaciones en la costa. De hecho, todo el mundo le recomendaba que ahorrara o que se lo gastara con los amigos, en los locales de moda de un Madrid que bullía por las noches; pero que no se marchara tanto tiempo a malgastar su tiempo y dinero.

Trevor, sin embargo, tenía claro que quería disfrutar de un lugar tan hermoso. Desconocía qué le ocurría, pero algo en su interior le pedía ir allí y, por supuesto, llevarse sus lápices de dibujo;  en esta ocasión metió también los colores, a pesar de que no eran su fuerte. Pero nada fue como esperaba: una vez que llegó a Santander, decidió dejar el color sólo para las fotografías y seguir dibujando con sus lápices, como había hecho siempre.

Cada mañana, se levantaba temprano y bajaba a la playa. Caminaba un rato por la orilla y paraba sólo para fotografiar el amanecer; siempre diferente, siempre maravilloso. Y al final del paseo, sentarse en la arena y pensar, rezar o meditar, según se sintiera. Se sentía orgulloso de haberse alejado de la ruidosa movida madrileña, al menos durante unos días. De hecho, llevaba varios días sin meterse nada y apenas bebía. Si acaso, algún porro por las tardes, en el garito que había cerca de la pensión en la que se quedaba.

Allí la vio la segunda tarde; la primera, no reparó en nadie en concreto. Ella, en realidad, iba cada día. Siempre estaba sola, sentada al final de la barra. Fumaba y bebía sin parar y casi nunca hablaba con nadie. Cuando alguien se le acercaba, miraba, observaba lentamente y volvía la cara hacia su cuaderno.

Al día siguiente se sentó más cerca y acudió a pedirle fuego. Ella le prestó el mechero y siguió ESCRIBIENDO. ¡La chica escribía! Entonces, al devolverle el mechero, se atrevió a hablar con ella:

—Gracias. ¡Vaya! ¡Eres escritora! ¿Cómo te llamas?

Pero fue como las otras veces. Lo miró, recogió el mechero y continuó escribiendo. Ni siquiera sonrió.

Por la mañana volvió a ver amanecer en la playa y se volvió loco sacando fotos de esos momentos. Al terminar el paseo y sentarse a relajarse mirando el mar, la vio. Era ella: la chica del bareto. Estaba sentada, posada su espalda contra una roca, los ojos cerrados, relajada… Trevor se dirigió hacia ella, aunque se lo pensó mejor y se paró a unos cinco metros de distancia. Se sentó. Sacó su cuaderno y sus lápices y comenzó a dibujarla. Era genial: ni una modelo se habría quedado tan quieta. Llevaba el pelo suelto y su melena rubia caía a cada lado de los hombros. Acostumbrado como estaba a verla con ello trenzado, no se había hecho a la idea de que fuera tan largo.

Estuvieron así más de veinte minutos. Ella, relajada, con los ojos cerrados. Sin moverse. Él, dibujando sin parar. Incluso hasta con ansiedad, como si quisiera aprovechar cada décima de segundo, por si ella se movía. Cuando tuvo suficiente, se levantó y se dispuso a marcharse:

—Eva —exclamó la chica—. Me llamo Eva. Y no deberías dibujarme sin pedir permiso. Eso no está bien.

—Perdona, Eva. Me llamo Trevor. Siento haberlo hecho, pero estabas tan quieta que eras la modelo perfecta —respondió él, avergonzado.

—No pasa nada, Trevor. Te vi el primer día en “El Búho” y comencé a escribir sobre ti —Eva se incorporó y continuó hablando. Lo bueno es que esta vez SONRIÓ—. Estas mañanas te he visto devorarte los amaneceres y recorrer la orilla como si quisieras llegar más allá. Llevo tres días escribiendo sobre ello. Pero en mi novela, acabarás entendiendo que no hay final. Podrás irte muy lejos, pero siempre querrás ir más allá. Por eso no me importa que me dibujes. Yo escribo sobre ti, tú me dibujas; es justo.

—Ahora me voy a la pensión. Quiero acabar el dibujo y prefiero hacerlo sobre la mesa. ¿Nos vemos esta tarde? —preguntó Trevor, feliz.

—Claro. Voy cada día. Si no te importa que no te responda, podemos hasta sentarnos juntos.

—¡Ah, eso! ¿Por qué no respondes?

—Voy allí a escribir, no a charlar. Charlar me distrae.

—Buffffffffff… presiento que eres más rarita que yo. Me encantará ir conociéndote. Hasta luego, Eva.

—Hasta luego, Trevor.

Trevor se fue a la pensión y terminó el dibujo. La mañana la dedicó, como los otros días, a recorrer la ciudad y la provincia. ¡Qué feliz se sentía de haber elegido Santander como destino! No tenía desperdicio. Esta vez quiso acercarse hasta Comillas y, de allí, a San Vicente de la Barquera. Dos preciosas villas marineras, con mucha historia, mucho arte y enorme belleza. No pensaba dedicarles el día completo, pero en cada rincón encontraba algo que bocetar para acabar más tarde en la pensión. Y cuando se quiso dar cuenta, ya eran las ocho. De modo que pilló un bus que le llevara de vuelta a Santander. Sobre las diez llegó al hostal. Cenó algo y subió a acostarse.

Y entonces se acordó: No había acudido a su cita en “El Búho”. Bueno, tampoco podía considerarse una cita al uso… Quizá Eva no lo habría echado de menos; o puede que sí.

A la mañana siguiente, Trevor acudió a la playa y encontró a Eva tumbada boca abajo, esta vez. Se acercó, como el día anterior, y comenzó a dibujarla. Entonces ella cambió de postura, colocándose de perfil, pero de espaldas a él. Trevor pasó la página del cuaderno y comenzó un nuevo dibujo. Al cabo de cuatro minutos, Eva se sentó de espaldas a él. El muchacho frunció el ceño y pasó de nuevo la página. Comenzó de nuevo y ella esperó otros tantos minutos para darse la vuelta, mirándolo de frente.

Trevor la miró muy enfadado y le dijo:

—¿Qué leches te pasa hoy?

—Me diste plantón. No pude escribir sobre ti. Así que no tienes permiso para dibujarme —respondió ella igual de enfadada.

—¿Plantón? Tenía cosas que hacer. No pensé que era una cita.

—Mientes —le dijo ella—. Sí lo pensaste. Lo noté en tu mirada. Reconoce que estabas haciendo otra cosa y te olvidaste de mí.

Trevor tuvo que callarse. Ella tenía razón y lo sabía. Dejó pasar un par de minutos y se disculpó:

—Lo siento. Tienes razón, lo olvidé. Me fui a Comillas y S. Vicente y volví muy tarde. Al llegar, recordé que habíamos quedado, pero ya no podía hacer nada. Era muy tarde.

—¿Comillas y San Vicente? Acepto tus disculpas. Son lo suficientemente buenas. Pero no vuelvas a hacerlo. Si quieres, hoy iremos a Santillana y Suances. Te gustarán tanto o más. Y podremos estar juntos, hablemos o no. Tú dibujarás y yo escribiré.

—¿A qué hora salimos? —Trevor estaba muy ilusionado.

—Hay un bus a las doce. En la plaza de las estaciones, mismo lugar del que saliste ayer. No te retrases —Y se fue sin darle tiempo a responder.

—Seré puntual —le dijo Trevor. Pero ella ya no le oía.



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Trevor no había hablado con sus padres desde que llegó a Santander, así que bajó a recepción y pidió hacer una llamada a casa.

—¿Dígame? —respondió la angustiada voz de su madre.

—Hola, mamá, soy Trevor.

—¡Hijo! ¿Estás bien? Estábamos muy preocupados. No hemos sabido de ti en varios días. Tu padre ha llamado a la policía para que te buscaran.

—Pero, mamá. ¿Por qué no habéis llamado a la pensión?

—Llamamos varias veces y nunca estabas. Tampoco te habían visto en varios días.

—Eso es porque salgo temprano por la mañana y vuelvo tarde por la noche. ¡Pero ellos tienen que saber que estoy, coño! ¿Dónde está papá?

—Tenía que hacer un viaje que no ha podido suspender. Ha salido hace unos tres minutos. Voy a echar a correr a ver si aún está abajo. Y tú, llama cada dos días, por favor. No vuelvas a hacer eso.

—Tranquila, mamá. No volverá a suceder.

Por su parte, el padre de Trevor había salido para hacer la nueva ruta que le encargó su jefe. Nada más salir de casa para ir a coger su camión, llegó la policía.