viernes, 30 de diciembre de 2016

La invasión de los sombríos: Linderiun tesarien racem (Jordi Villalobos)

He colgado una nueva reseña en El Escritorio del Búho sobre la novela 

La invasión de los sombríos: Linderiun tesarien racem, de Jordi Villalobos

DETALLES DEL PRODUCTO:

Formato: Versión Kindle
Tamaño del archivo: 1800 KB
Editor: Ediciones Proust; Edición: 3 (6 de diciembre de 2015)
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español

SOBRE LA NOVELA (del propio autor, en amazon):
Un hechizo que lo puede cambiar todo, un romance inesperado, una guerra inevitable, dos historias entrelazadas…
¡Los sombríos acechan! Quieren conquistar toda Frienia. Orcos y humanos, después de muchos años en guerra, deben aliarse para hacer frente al nuevo enemigo común. La forzada unión entre Syriel, el príncipe humano, y Lirieth, la princesa orco, será el sello de esa alianza. Pero entre ellos empieza a surgir un verdadero romance que se ve enturbiado con una sospecha de traición.
¿Esconde Lirieth algo oscuro en su pasado?
La nueva alianza y sus enemigos, intentarán captar dragones y otros poderosos aliados para reforzar sus filas.
¿Conseguirán los príncipes reunir un ejército robusto para poder combatir a los sombríos?
Dos mil años antes un perverso mago llamado Mazorik, conocedor del peor hechizo de magia negra que puede existir:
Linderiun tesarien racem
Planea dominar a todas las razas de Frienia: elfos, humanos, enanos, medianos, gigantes y sombríos
¿Conseguirá alguien desbaratar sus planes?
Dos historias que se entrelazan, en medio de guerras, traiciones, romances, intrigas y aventuras, concluyendo en un desenlace sorprendente. 

SOBRE EL AUTOR (tomado de su página http://jovigiltr.wixsite.com/linderiun):
Mi nombre es Jordi Villalobos, un informático que está iniciando un incierto camino como escritor de novelas fantásticas. He tardado unos seis años en acabar mi primera obra Linderiun tesarien racem: La invasión de los sombríos , actualmente en revisión en varias editoriales. Estudié Ingeniería en Informática de Sistemas y actualmente ejerzo de responsable de proyectos en una importante compañía del sector. No sé si alguna vez podré cambiar mi profesión por la de escritor, eso dependerá del escurridizo éxito, pero me apasiona escribir y lo seguiré haciendo mientras tenga ideas que teclear, de hecho, ya estoy iniciando la segunda parte de Linderiun tesariem racem.

MI OPINIÓN:
Conocí a Jordi Villalobos en las redes sociales y me llamaron mucho la atención sus publicaciones: las piedras y las efemérides. Compré su novela y la comencé enseguida, aunque leerla, me ha llevado más tiempo de lo habitual. Por un lado contamos con que no es un género que leo habitualmente en la actualidad. Se añade además el hecho de que suelo leer varias novelas a la vez y que estoy bastante inmersa en mi tarea de escritora. Otra de las razones que me gustaron y me animaron a leerla fue que me enteré de que Jordi es un fan absoluto de Laura Gallego.  Hace unos años yo también leí casi todas sus novelas y me encantaron.
Sobre la historia, o historias más bien, están llenas de magia y acción, de fantasía y hasta algo de romanticismo. Novela de un mundo lleno de seres fantásticos, de la eterna lucha entre el bien y el mal, el poder y los valores “humanos”, la guerra y la paz. Y por encima de todo, el triunfo total de la lealtad y las relaciones entre los diversos seres.
Es una novela que disfrutarían todos aquellos a quienes les gusten las novelas de fantasía o de  acción. Es apta para cualquier lector, sin límite de edad o aficiones. Magos, orcos, humanos, enanos, gigantes, elfos, dragones y aves maravillosas, formando alianzas o disputas que llevan a una impresionante batalla.
Quiero destacar dos aspectos que me encantaron:
Por un lado, el acuerdo entre orcos y humanos, que se traduce en el compromiso de la princesa Lirieth y el príncipe Syriel. Quizá porque soy una romántica empedernida, pero la preciosa historia de amor entre dos seres tan diferentes, superando demasiadas dificultades que había en su contra, me hizo disfrutar muchísimo de toda la historia.
Y también la manera que tiene Jordi de enlazar la historia de las 7 piedras mágicas, con la posterior de enfrentamientos, coaliciones y situaciones límite. 
Además, quiero reseñar tres detalles absolutamente objetivos: en el momento de hacer esta reseña, la novela está en su 3ª edición con el sello de Ed. Proust; en la clasificación de Fantasía Épica, ocupa el puesto nº 8; y tiene un 4,7 sobre 5 estrellas en el propio amazon.

martes, 27 de diciembre de 2016

ESE BESO...

"...y al fin, un día, me besó así... como si dejar de hacerlo, fuera dejar de vivir. Y comprendí que, sin sus besos, quien dejaría de vivir sería yo." (Mary Ann Geeby)


lunes, 19 de diciembre de 2016

PRESENTACIÓN DE MARY ANN GEEBY

El domingo, 18 de diciembre de 2016 hice mi 1ª presentación en público en Santander. Presenté asimismo mis dos libros: YA NO SOMOS TAN JÓVENES y RELATOS ÍNTIMOS DE MARY ANN GEEBY. Fue un día mágico y me quedo con la idea que nos transmitió Marián Sousa, sobre la VALENTÍA. Gracias, por un día especial.






















lunes, 12 de diciembre de 2016

Entrevista de Marta Sebastián

Marta Sebastian me entrevistó para la sección "El sueño de escribir", de su blog
No os perdáis la preciosa entrevista. Millones de gracias, Marta.



Hola a todos, empezamos una nueva semana y volvemos a mi apartado favorito: El sueño de escribir. Y hoy os quiero presentar a Mary Ann Geeby. Conocí a Mary Ann gracias a twitter (benditas redes sociales) y os aseguro que su novela “Ya no somos tan jovenes” está en mi lista de lecturas pendientes (En otra entrada os hablaré de mi reto literario 😉 ). Lectora apasionada, bloguera (participa en uno de los blogs literarios que mas admiro, el blog de Thelma García y escribe relatos en el suyo propio). Pero mejor os dejo con ella, seguro que os enamorará. 

  1. Los artistas tienen la fama de maniáticos… Cuéntanos cuáles son tus manías a la hora de escribir.

Lo primero que quiero decir es que eso de artista me ha llegado al alma. Gracias por ello.
Mis manías: hasta hace poco te habría dicho que mi rincón del sofá, silencio, si se puede, música tranquila y tiempo… Pero he tenido una racha de “sequía” y lo más necesario es siempre vencer el bloqueo. Creo que ya lo tengo superado…
2. ¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?
Los cuentos tradicionales, de Ándersen, Hnos Grimm y otros. Después, fábulas de Esopo, La isla del tesoro, 20.000 leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la tierra,… En la preadolescencia, todos los de Enyd Blyton.
3. ¿Y cuál es ese libro que nunca conseguiste acabar?
Me da vergüenza decirlo… “El Quijote”
4. La mayoría de los escritores lo hacen desde pequeños aunque no se deciden a publicar hasta mucho más mayores. ¿Conservas tus primeros escritos? ¿Cuál fue tu primera historia?
No los conservo. Me encantaba escribir historias, pero eran bastante malas. El primer escrito que valió la pena fue un relato que escribí para un concurso de redacción, por el que obtuve un premio.
5. ¿Cómo decides el título de tus obras?
En la novela, me lo pedía la historia. Surgió como el resto de la obra. El libro de relatos tiene un título que “me regaló” el escritor Javier Haro.
6. ¿Planificas tus obras o te dejas llevar por la historia?
Sólo funciona bien la cosa si me dejo llevar. Cuando planifico y organizo, me suelo estancar.
7. Admítelo, ¿A que te cuesta más hacer la sinopsis que el libro? Ahora en serio, ¿Cuál es para ti la parte más difícil dentro del proceso de creación y publicación de un libro?
La sinopsis fue dificilísima, jajajajajaja
En mi caso la parte más difícil fue la publicación, porque no sabía por dónde empezar. Suerte que conté con el asesoramiento de algunos autores, entre los cuales destaco a Alex García, que me ayudó mucho en ambos libros.
8. ¿Qué piensas cuando ves tu nombre en la portada de un libro?
¿Después de llorar? Jajajajajaja… soy muy emotiva y sensible. En la novela, pensé: “Sí señora. Lo conseguiste”.
9. Es normal “enamorarse” de tus personajes, pero… ¿has odiado a alguno? ¿Cuál es con el que te ha sido más difícil empatizar?
Ana tiene una compañera de trabajo, Alba, que es una tocapelotas, jajajajajaja… Pero tanto como odiar, pues no. Quizá algo que me pasó: cuando estaba escribiendo, el personaje de Jorge se rebeló. Se ve que no quería ser “el malo de la película” y tuve que cambiar gran parte de la historia. En la segunda, comprobaremos que no conocíamos a Jorge.
10. Cuéntanos una buena y una mala experiencia que te haya sucedido desde que publicaste tu primer libro.
Primero la buena: contacté con dos autoras que se desvivieron por explicarme qué hacer, dónde acudir, qué no hacer,… fueron fabulosas. Noelia Amarillo y Maribel Pont.
En cuanto a lo malo, también hubo una autora de mucho renombre, que vende un montón. Ella no se molestó en responder mi mensaje. La verdad es que sólo alababa sus libros en él, no le hablé del mío, pero debía estar demasiado ocupada.
11. Plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, ¿Cuál te falta? Y si los has hecho todos, ¿Qué sueño añadirías?
Dos árboles, dos libros y dos hijos. La verdad es que no puedo pedir mucho más a la vida. Aunque puestos a soñar… Me gustaría tener mi propia editorial, corregir libros, publicarlos, y hasta venderlos. Pero para ello se necesita tiempo y dinero y tengo poco de ambos.
Y porque no solo de libros vive el escritor… Un cuestionario rápido
 Una película: Armas de mujer.
 Un deporte: baloncesto.
 Un color: turquesa.
 Una canción: Lía (Ana Belén)
 Un grupo de música: La oreja de Van Gogh
 Un actor/actriz: Matt Bomer.
 Una ciudad: Barcelona.
 Comida favorita: Arroz
 Una estación: Verano.
 Un adjetivo para definirte: Dulce.
Y para terminar, un momento para publicitarte, ¿Por qué los lectores deben comprar tus libros?
La novela es actual, amena y real. Es una historia que le puede suceder a cualquiera. La protagonista no es chica joven y maciza, sino madura y normal.
Los Relatos son la manifestación de mis fantasías y deseos más profundos. Todo el que los ha leído, ha disfrutado de ello.

domingo, 4 de diciembre de 2016

SUEÑO (Mary Ann Geeby)

Uno de mis pensamientos... Un apasionado SUEÑO.
Sueño con volver a sentir
aquel ardor en mis labios
cuando los posé en tu piel…
Quiero aquel fuego intenso
que me provocó tu cuerpo.
Ojalá devore sin piedad
el ansia que muestran mis dedos
cada vez que te pienso…
Ansío que el deseo muera.
O me mate... ¡Sí, me mate!
Sólo si no te tengo...

© Mary Ann Geeby

jueves, 1 de diciembre de 2016

EVA (Mary Ann Geeby)

Primer relato que envié al Cibertaller Literario. Me encantó escribirlo. Debía incluir algunos datos que me venían dados por el propio ejercicio, como el nombre del protagonista, la frase final y la época en la que sucede. Quizá un día me anime a continuarlo. Disfrutadlo.

"Eva" (Mary Ann Geeby)

     
Ya nunca podría olvidar el azul del mar, ni el rojo amanecer en la playa.

Trevor había pasado dos fantásticas semanas en Santander. Al fin había podido dormir en verano. Y la paz que allí se disfrutaba… era maravillosa. Le había costado mucho ahorrar el dinero para poder realizar ese fantástico viaje, así como convencer a sus padres para que le permitieran ir. De hecho les había mentido: les contó que iría con los amiguetes de la cuadrilla, pero se había ido él solo.

Al principio, sus propios amigos le decían que estaba loco. Con la poca pasta que manejaban, pues su padre era conductor de un camión, no podía permitirse esas dos semanas de vacaciones en la costa. De hecho, todo el mundo le recomendaba que ahorrara o que se lo gastara con los amigos, en los locales de moda de un Madrid que bullía por las noches; pero que no se marchara tanto tiempo a malgastar su tiempo y dinero.

Trevor, sin embargo, tenía claro que quería disfrutar de un lugar tan hermoso. Desconocía qué le ocurría, pero algo en su interior le pedía ir allí y, por supuesto, llevarse sus lápices de dibujo;  en esta ocasión metió también los colores, a pesar de que no eran su fuerte. Pero nada fue como esperaba: una vez que llegó a Santander, decidió dejar el color sólo para las fotografías y seguir dibujando con sus lápices, como había hecho siempre.

Cada mañana, se levantaba temprano y bajaba a la playa. Caminaba un rato por la orilla y paraba sólo para fotografiar el amanecer; siempre diferente, siempre maravilloso. Y al final del paseo, sentarse en la arena y pensar, rezar o meditar, según se sintiera. Se sentía orgulloso de haberse alejado de la ruidosa movida madrileña, al menos durante unos días. De hecho, llevaba varios días sin meterse nada y apenas bebía. Si acaso, algún porro por las tardes, en el garito que había cerca de la pensión en la que se quedaba.

Allí la vio la segunda tarde; la primera, no reparó en nadie en concreto. Ella, en realidad, iba cada día. Siempre estaba sola, sentada al final de la barra. Fumaba y bebía sin parar y casi nunca hablaba con nadie. Cuando alguien se le acercaba, miraba, observaba lentamente y volvía la cara hacia su cuaderno.

Al día siguiente se sentó más cerca y acudió a pedirle fuego. Ella le prestó el mechero y siguió ESCRIBIENDO. ¡La chica escribía! Entonces, al devolverle el mechero, se atrevió a hablar con ella:

—Gracias. ¡Vaya! ¡Eres escritora! ¿Cómo te llamas?

Pero fue como las otras veces. Lo miró, recogió el mechero y continuó escribiendo. Ni siquiera sonrió.

Por la mañana volvió a ver amanecer en la playa y se volvió loco sacando fotos de esos momentos. Al terminar el paseo y sentarse a relajarse mirando el mar, la vio. Era ella: la chica del bareto. Estaba sentada, posada su espalda contra una roca, los ojos cerrados, relajada… Trevor se dirigió hacia ella, aunque se lo pensó mejor y se paró a unos cinco metros de distancia. Se sentó. Sacó su cuaderno y sus lápices y comenzó a dibujarla. Era genial: ni una modelo se habría quedado tan quieta. Llevaba el pelo suelto y su melena rubia caía a cada lado de los hombros. Acostumbrado como estaba a verla con ello trenzado, no se había hecho a la idea de que fuera tan largo.

Estuvieron así más de veinte minutos. Ella, relajada, con los ojos cerrados. Sin moverse. Él, dibujando sin parar. Incluso hasta con ansiedad, como si quisiera aprovechar cada décima de segundo, por si ella se movía. Cuando tuvo suficiente, se levantó y se dispuso a marcharse:

—Eva —exclamó la chica—. Me llamo Eva. Y no deberías dibujarme sin pedir permiso. Eso no está bien.

—Perdona, Eva. Me llamo Trevor. Siento haberlo hecho, pero estabas tan quieta que eras la modelo perfecta —respondió él, avergonzado.

—No pasa nada, Trevor. Te vi el primer día en “El Búho” y comencé a escribir sobre ti —Eva se incorporó y continuó hablando. Lo bueno es que esta vez SONRIÓ—. Estas mañanas te he visto devorarte los amaneceres y recorrer la orilla como si quisieras llegar más allá. Llevo tres días escribiendo sobre ello. Pero en mi novela, acabarás entendiendo que no hay final. Podrás irte muy lejos, pero siempre querrás ir más allá. Por eso no me importa que me dibujes. Yo escribo sobre ti, tú me dibujas; es justo.

—Ahora me voy a la pensión. Quiero acabar el dibujo y prefiero hacerlo sobre la mesa. ¿Nos vemos esta tarde? —preguntó Trevor, feliz.

—Claro. Voy cada día. Si no te importa que no te responda, podemos hasta sentarnos juntos.

—¡Ah, eso! ¿Por qué no respondes?

—Voy allí a escribir, no a charlar. Charlar me distrae.

—Buffffffffff… presiento que eres más rarita que yo. Me encantará ir conociéndote. Hasta luego, Eva.

—Hasta luego, Trevor.

Trevor se fue a la pensión y terminó el dibujo. La mañana la dedicó, como los otros días, a recorrer la ciudad y la provincia. ¡Qué feliz se sentía de haber elegido Santander como destino! No tenía desperdicio. Esta vez quiso acercarse hasta Comillas y, de allí, a San Vicente de la Barquera. Dos preciosas villas marineras, con mucha historia, mucho arte y enorme belleza. No pensaba dedicarles el día completo, pero en cada rincón encontraba algo que bocetar para acabar más tarde en la pensión. Y cuando se quiso dar cuenta, ya eran las ocho. De modo que pilló un bus que le llevara de vuelta a Santander. Sobre las diez llegó al hostal. Cenó algo y subió a acostarse.

Y entonces se acordó: No había acudido a su cita en “El Búho”. Bueno, tampoco podía considerarse una cita al uso… Quizá Eva no lo habría echado de menos; o puede que sí.

A la mañana siguiente, Trevor acudió a la playa y encontró a Eva tumbada boca abajo, esta vez. Se acercó, como el día anterior, y comenzó a dibujarla. Entonces ella cambió de postura, colocándose de perfil, pero de espaldas a él. Trevor pasó la página del cuaderno y comenzó un nuevo dibujo. Al cabo de cuatro minutos, Eva se sentó de espaldas a él. El muchacho frunció el ceño y pasó de nuevo la página. Comenzó de nuevo y ella esperó otros tantos minutos para darse la vuelta, mirándolo de frente.

Trevor la miró muy enfadado y le dijo:

—¿Qué leches te pasa hoy?

—Me diste plantón. No pude escribir sobre ti. Así que no tienes permiso para dibujarme —respondió ella igual de enfadada.

—¿Plantón? Tenía cosas que hacer. No pensé que era una cita.

—Mientes —le dijo ella—. Sí lo pensaste. Lo noté en tu mirada. Reconoce que estabas haciendo otra cosa y te olvidaste de mí.

Trevor tuvo que callarse. Ella tenía razón y lo sabía. Dejó pasar un par de minutos y se disculpó:

—Lo siento. Tienes razón, lo olvidé. Me fui a Comillas y S. Vicente y volví muy tarde. Al llegar, recordé que habíamos quedado, pero ya no podía hacer nada. Era muy tarde.

—¿Comillas y San Vicente? Acepto tus disculpas. Son lo suficientemente buenas. Pero no vuelvas a hacerlo. Si quieres, hoy iremos a Santillana y Suances. Te gustarán tanto o más. Y podremos estar juntos, hablemos o no. Tú dibujarás y yo escribiré.

—¿A qué hora salimos? —Trevor estaba muy ilusionado.

—Hay un bus a las doce. En la plaza de las estaciones, mismo lugar del que saliste ayer. No te retrases —Y se fue sin darle tiempo a responder.

—Seré puntual —le dijo Trevor. Pero ella ya no le oía.



************************


Trevor no había hablado con sus padres desde que llegó a Santander, así que bajó a recepción y pidió hacer una llamada a casa.

—¿Dígame? —respondió la angustiada voz de su madre.

—Hola, mamá, soy Trevor.

—¡Hijo! ¿Estás bien? Estábamos muy preocupados. No hemos sabido de ti en varios días. Tu padre ha llamado a la policía para que te buscaran.

—Pero, mamá. ¿Por qué no habéis llamado a la pensión?

—Llamamos varias veces y nunca estabas. Tampoco te habían visto en varios días.

—Eso es porque salgo temprano por la mañana y vuelvo tarde por la noche. ¡Pero ellos tienen que saber que estoy, coño! ¿Dónde está papá?

—Tenía que hacer un viaje que no ha podido suspender. Ha salido hace unos tres minutos. Voy a echar a correr a ver si aún está abajo. Y tú, llama cada dos días, por favor. No vuelvas a hacer eso.

—Tranquila, mamá. No volverá a suceder.

Por su parte, el padre de Trevor había salido para hacer la nueva ruta que le encargó su jefe. Nada más salir de casa para ir a coger su camión, llegó la policía.

viernes, 18 de noviembre de 2016

EL GRITO DE LOS MURCIÉLAGOS (Jesús Carnerero)

Reseña colgada, como siempre, en El Escritorio del Búho. Esta vez se trata, en contra de mis gustos literarios, de una novela negra, de suspense: EL GRITO DE LOS MURCIÉLAGOS del escritor Jesús Carnerero. Deseo que os guste.

DATOS TÉCNICOS:
Formato: Versión Kindle
Tamaño del archivo: 4456 KB
Editor: Jesús Carnerero y Coral Pámpano; Edición: 1 (29 de agosto de 2016)
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español

SINOPSIS (del propio autor, en amazon):
La rutina de un joven que sobrevive a trompicones trabajando como camarero, y que sólo piensa en escribir y en vivir de lo que escribe —compaginando a duras penas vocación con obligación—, se verá trastocada con el regreso de un viejo amigo, Víctor, quien con su extraño comportamiento lo acabará empujando al borde del precipicio de la cordura, la que Víctor parece haber perdido en alguna parte del camino hacia la adultez, hasta llegar a un extremo patético, casi surreal, del que el protagonista únicamente podrá librarse deshaciéndose con contundencia de esa amistad y de su recuerdo.
Una historia sobre escritura y amistad, soledad y amor, sueños y vida, lucha y cansancio, letras y realidad.
«Escribe. Y cuando no estés escribiendo, piensa en escribir».

SOBRE EL AUTOR:
Jesús Carnerero (1984, Badajoz) es de San Vicente de Alcántara, localidad pacense de alrededor de 6000 habitantes. Técnico Superior en Producción Audiovisual, Radio y Espectáculos, desde octubre de 2014 ha autopublicado tres novelas: Un lobo como yo, Algún pecado raro y La bruma. Las dos
primeras son catalogadas por el autor como “novela negra a ritmo de rock”, historias inspiradas y basadas en el mundo de la música rock, en sus más trascendentales e importantes exponentes, sus escenarios y sus leyendas; cada capítulo es una canción, una forma de volcar la frustración musical de un autor que escribe novelas que podrían ser discos y también película, pues tanto la música como el cine y las series suponen su principal fuente de inspiración a la hora de escribir. De su última publicación, La bruma, un thriller psicológico con tintes de ciencia ficción, ha repartido dos mil ejemplares por todo el mundo, llegando a alcanzar los primeros puestos de su categoría en Amazon España, en el ranking general de Amazon México y apareciendo también por los de Reino Unido, EEUU e Italia.
En agosto de 2016 publicó El grito de los murciélagos, que se encuadra en los géneros negro y de suspense.
MI OPINIÓN:
Comencé esta novela porque era la única que no había leído, de Jesús Carnerero. Lo cierto es que no me gusta demasiado el género negro, el terror o los thrillers. Pero él insistió en que no entra en ninguno de los dos últimos grupos mencionados. Sí me gusta el suspense, por lo que al final consiguió convencerme.
Una de las razones de que me enganchara rápidamente, fue el hecho de que relate lo sucedido a un escritor. Imposible dejar de verse reflejada en todos los problemas que nos acompañan en la vida y que, de hecho, nos llevan a tener momentos de falta de inspiración y hasta “sequía total” a la hora de escribir. Conseguir hallar en el día a día personas, acciones, lugares, que sean musas para quien quisiera dedicarse a esta profesión es harto difícil. De ahí la facilidad para identificarme casi por completo con el protagonista. Y, por qué no decirlo, ese pequeño morbo que produce pensar que fuera autobiográfica, aunque esto es claramente anecdótico.
El argumento es muy bueno. Poco predecible y asombrosamente original. Personalmente conseguí sobrevivir a los momentos de suspense, que me agradaron mucho. Otra cosa son escenas más manifiestas de las que salí “indemne” con mucho trabajo y fatiga, pues Jesús es harto explícito en detallar la escena. Creí notar incluso los olores y, por supuesto, no eran demasiado agradables. Curiosamente, mientras el principio de la novela se me hizo más lenta, pero también más agradable, la última parte fue para mí bastante más dura, aunque es mucho más rápida y ágil.
Los personajes son fantásticos. Me gustó muchísimo el personaje principal, narrador a su vez de la historia. Y, por supuesto, Víctor; a pesar de traerme “por la calle de la amargura”, me maravillaba su fuerza de carácter, su vitalidad y su capacidad de recuperación. En cuanto a los secundarios, me gustan sobre todo Oli y Lola, por todo lo que aportan a la historia y al protagonista en concreto.
Recomiendo esta novela a todos los lectores de Jesús, que sé que son muchos. No os defraudará. También a quienes les guste la novela negra y, sobre todo, de suspense. Sólo quiero añadir que me alegro de que me convenciera.


lunes, 14 de noviembre de 2016

PUTA VIDA: Cap 1 - La puñetera realidad.

Hola:
Os regalo el último ejercicio que realicé para el Taller de Escritura Creativa. Se trataba de un texto libre y yo escribí el 1º capítulo de un relato largo que se titulará PUTA VIDA. El capítulo se titula "La puñetera realidad". Deseo que os guste.

Las 6:45 y la alarma despertador comenzó a pitar, mientras el móvil vibraba, corriendo peligro de caerse de la mesilla. Mario lo apagó de mala gana. ¡Ahora que por fin le acababa de coger el sueño! Había visto todas las horas en punto en el reloj luminoso, que proyectaba la hora y la temperatura en el techo de su habitación. También había contado los parpadeos de los dos puntitos y había jugado con la imagen de los números; imaginado que despertaba de nuevo junto a ella, como el mes pasado…, pero no. Estaba solo en su habitación, las clases se habían reanudado y Luisa se había marchado de vuelta a Salamanca.
Odiaba todo esto. No porque hubiera terminado esos maravillosos días de vacaciones y todo lo que habían disfrutado, el uno al lado de la otra. En realidad, su desidia iba directamente relacionada con la horrible despedida en la estación de autobuses. Esperaba un romántico beso, un abrazo, planes para verse de nuevo… Seguro que podrían proyectar unos días en la ciudad universitaria. Él podría escaparse a verla, seguir disfrutando de la maravilla de amarse, de entregarse en cuerpo y alma, como lo habían hecho esos días en su casa, en su cama…

Pero nada fue como él lo esperaba. Las palabras de Luisa le helaron el corazón. Al principio imaginó que ella estaba bromeando, a pesar de esa especie de ley no escrita que dice que no se bromea con las cosas del amor, y mucho menos aún, del desamor. Pero entonces, ella se mantuvo firme y seria; y él no pudo ocultar su cara de tonto. Es normal: es la cara que se te queda cuando el amor de tu vida te dice que todo ha terminado. Más aún cuando no hay una razón directa que justifique semejantes palabras. Nada era lo que debía, pero era lo que estaba sucediendo.
—¡Bueno, Mario! Mejor nos despedimos aquí. Lo nuestro ha sido precioso, pero ambos sabemos que no tiene futuro. No me llames, no me escribas, lo mejor es que todo termine y que guardemos un buen recuerdo.
—¿Eh? Perdona, cielo, pero no entiendo —pudo articular cuando al fin recuperó el habla.
—No hay nada que entender, nada que hablar. Todo ha terminado y debe ser así. No insistas porque lo tengo muy pensado. Ahora me subiré al autobús y te ruego que te vayas a tu casa. Te envié un mail. Ábrelo y piensa en ello. Es lo mejor.
—P-P-pe-pero…—pudo articular Mario, mientras continuaba mirándola “como las vacas al tren”, pero Luisa no le dejó seguir hablando.
 —Te he dicho que no insistas. No hay nada más que añadir. Adiós.
Y subió al autobús. Enseguida se cerraron las puertas y el vehículo arrancó, llevándose con él todos los proyectos de Mario, todas sus ilusiones y fantasías, el amor de su vida y hasta las ganas de vivir.
Al llegar a casa, abrió el mail y leyó el escueto correo que su niña le había enviado. En él explicaba que lo suyo era imposible, que no podrían seguir juntos porque ella tenía otros planes de futuro y él no entraba en ellos. Nada de aquello encajaba con lo que habían vivido y compartido durante aquella quincena. Aprovechando las últimas semanas de verano, y que Mario estaría solo en casa, Luisa se había venido a pasarlas con él, en su propio piso. Para ambos habían sido unos días de ensueño, una auténtica luna de miel en la que se habían confesado amor, deseo, pasión y promesas de cariño para siempre. Sí es cierto que siempre era él quien le confesaba su amor. Generalmente las respuestas de Luisa iban más en la línea de “yo también a ti”. A veces se limitaba a sonreír y poco más. Pero luego, al hacer el amor, su entrega era tan intensa que a Mario se le borraban todos los fantasmas que pudiera tener.
Y, de repente, casi sin venir a cuento, ella lo echaba de su vida. Era horrible, nada de esto tenía sentido. Pero no se quedaría tan tranquilo, no señor; pondría una solución: la llamaría y lo hablarían. Marcó nervioso. Le costaba creer lo que estaba escuchando. “Vodafone le informa que actualmente no existe ningún usuario con esa numeración”. ¿Se habría equivocado? Imposible, había dado a marcación automática, de su propio registro de llamadas. Volvió a pulsar para comprobar que la señorita decía lo mismo. Bueno, no pasaba nada; se sabía el número de memoria. Pero la puñetera vocecita repetía la odiosa frase una y otra vez. Entró a whatsapp y ya no había foto en su perfil. Envió mensaje, pero no “se entregaba”.
Al día siguiente, Mario se negaba a rendirse: si la telefonía no funcionaba, tenía otros modos: hangouts, Facebook, hasta el mismo twitter o skype. Era impresionante: todas las cuentas cerradas. No había manera de entregarle un mísero mensaje. Ni siquiera el mail, pues la cuenta había sido cancelada.
Algún día más de desasosiego, cuando pensó otro plan: ¡La residencia, claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Llamaría a la residencia, donde Luisa se quedaba, en Salamanca.
—Hola. Quería hablar con Luisa Cobo, por favor. El curso pasado estaba en la habitación 235.
—Lo sentimos, señor. La señorita Cobo no estará este curso en nuestra residencia. Parece ser que compartirá piso con algún amigo.
—¿Tienen un número de teléfono, mail o dirección, donde pudiera encontrarla? —insistió Mario, derrotado.
—No, lo siento. El número que teníamos de ella, ha sido eliminado recientemente y no tenemos el nuevo.
—Gracias… Adiós…
La moral de Mario estaba siendo sepultada bajo una capa enorme de problemas, enterrando así sus últimas esperanzas. No entendía nada; no podía creer, y mucho menos aceptar, que todo hubiera terminado de esa manera.
Un par de días después, decidió quemar un último cartucho. Llamó a casa de los padres de Luisa y se puso la hermana de ésta, Vicky. Le dijo cosas horribles, como que él se había portado fatal con ella, que la había dañado y abandonado, y que no querían saber nada más de él, nunca jamás. Mario intentaba explicar que había sido justo al revés, y que desconocía las razones de semejante decisión, pero Vicky no le permitió hablar.
Pero ¿qué coño había contado de él su niña? ¿Qué se suponía que había sucedido? ¿Quién era en realidad la mujer con la que había vivido durante dos semanas? Cada vez estaba más convencido de que no la conocía, de que no tenía ni puta idea de quién era aquella chica.

Los días siguientes fueron un infierno. La vuelta a la universidad, las puñeteras clases, los amigos preguntando cada día por su maravillosa historia de amor… ¡Puta mierda! Sólo quería encerrarse en casa, en su cuarto, mirar sus fotos, escuchar sus audios, recordar… Sus padres y hermana estaban muy preocupados por él, pero a Mario no le importaba nada, ni nadie. Lo único que le apetecía era estar solo, volver al pasado o… morirse…
Encerrado en su habitación, lloraba, rompía cosas, se cabreaba, gritaba… Cuando compartía momentos con su familia, como las comidas o cenas, nunca hablaba. Trataba mal a todo el mundo y nadie sabía qué hacer. Él jamás había sido así, pero ahora todo era opuesto tan diferente a su vida pasada que no le surgía sonreír, tratar bien a los demás o hacer cosas. 
Aquel lunes por la tarde, Mario estaba en su habitación, cuando llamó su madre a la puerta:
—Mario. Ésta es Susa. Te puede ayudar.
Y dejando allí a aquella desconocida, cerró la puerta por fuera.



sábado, 12 de noviembre de 2016

PROU (Mary Ann Geeby)

Prou. Fins aquí.
La caída de un mito duele,
pero ya no quiero más.
Ya no te quiero más.
Van a valorar lo que yo soy.
Ya no me pisarán más.
Ahora me quiero a mí.




jueves, 10 de noviembre de 2016

UN REGALO FAMILIAR (Marta Martín)

He colgado en El Escritorio del Búho una nueva reseña. Esta vez, sobre la novela UN REGALO FAMILIAR, de Marta Martín. Os la reproduzco a continuación.


DATOS TÉCNICOS:

Formato: Versión Kindle
Tamaño del archivo: 4452 KB
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español


SOBRE EL LIBRO (Publicado en amazon por la propia autora):

En muchas ocasiones nos ocurren cosas que no sabemos explicar, situaciones que nos causan dolor porque no las entendemos. Incluso llegamos a echar la culpa al destino de nuestra desgracia o nuestra infelicidad, de nuestra enfermedad o la de algún ser querido, de nuestras carencias o limitaciones. 
Pero ¿qué pasaría si todo eso es un regalo que se va transmitiendo de generación en generación para sanar a alguien más que a nuestros ancestros?
¿Qué pasaría si nuestras experiencias fueran el fruto de experiencias pasadas, de nuestra memoria transgeneracional? 
¿Qué pasaría si las dolencias físicas trajeran un mensaje que se puede biodescodificar? 
¿Qué pasaría si nos hiciéramos conscientes de todas esas experiencias y sanásemos nuestros problemas? ¿Nos sentiríamos libres? ¿Recuperaríamos nuestra salud? ¿Reconduciríamos nuestro camino y encontraríamos nuevos objetivos? 
Este libro está basado en una historia real, en las experiencias de la propia autora respecto a circunstancias de su vida que no alcanzaba a entender pero que sabía que no eran fortuitas. 
Junto a ella podrás ver cómo fue avanzando en un camino que nunca hubiera imaginado, rodeada y condicionada por las influencias de los patrones heredados de la energía ancestral de su clan.

SOBRE LA AUTORA (Publicado en amazon por ella misma):

Emprendedora centrada en la concienciación y el desarrollo personal, para Marta Martín Girón, su mayor deseo es ver avanzar y evolucionar a la humanidad. Nacida y criada en una modesta familia de padres madrileños, cursó estudios de grado superior en administración y finanzas desde donde encontró su segundo empleo y del que extrajo un gran crecimiento tanto profesional como personal. Posteriormente motivada por varios factores, abandonaría el mundo empresarial para sumergirse en el mundo de las terapias alternativas. En la actualidad su mayor objetivo es servir y ayudar a los demás a conseguir ver lo que ella ha ido descubriendo a lo largo de estos últimos años: “Detrás de la aparente realidad hay un mundo sinfín de vibración inconsciente que mueve y genera todo lo que somos”. Sus pasiones le han llevado a emprender un camino en el que poder unir lo que el alma desea con las herramientas que la parte más física y humana necesita para conseguirlo.
MI OPINIÓN:
Adquirí y leí este libro por recomendación de un colega escritor y he de decir que al principio, no me enganchó. No soy muy amiga de los libros de autoayuda y éste me lo pareció nada más comenzarlo. Animada por Thelma García, continué leyendo, con idea de ver si cambiaba la historia, más bien…
Pero, todo lo contrario: cambió mi modo de posicionarme ante la lectura. Al ser una historia perfectamente novelada, me enganchó. Me piqué a la lectura del diario, al igual que las protagonistas de la novela. Me hizo pensar mucho, reflexionar sobre mi propia vida, sobre mis antepasados y mis problemas, sobre la repercusión que tiene todo ello en mis decisiones, en mi actuar, en mi vivir.

Tiene unos personajes absolutamente reales. Yo no había leído la sinopsis, y enseguida deduje que es autobiográfica. Se la recomiendo a todas las personas que quieran saber algo más sobre cómo el pasado de cada uno, de su familia, influye en el presente y en el futuro. También a todos los lectores de Marta, que me consta que son muchos. 

lunes, 7 de noviembre de 2016

INICIO DE CURSO

Hacía tanto tiempo que no escribía que ya, ni me acordaba, jajajajajaja...
Quiero compartir con vosotros el ejercicio que realicé, con motivo de Halloween, para el Taller de Escritura Creativa, que estoy cursando con Jose Luis Losada. Tenía unos condicionantes que os cuento:
- La protagonista era Charlotte, The ghost girl.
- Tiene hemofobia.
- Convenía que se encontrara con otros personajes de mis compañeros de taller.
- Al final, debían encontrarse todos en el cementerio.
Me hizo mucha ilusión escribirlo; lo disfruté mucho. Y he tenido una buena nota por él. Ah!!! el relato no es de miedo (no era obligatorio que lo fuera), aunque la protagonista sea un fantasma.
INICIO DEL CURSO
Eran las siete de la mañana cuando sonó el despertador. Charlotte tenía demasiado sueño, pero no deseaba llegar tarde el primer día de universidad, de modo que se desperezó y se levantó despacio. Fue al servicio para constatar una vez más que no tenía sentido. No tenía necesidades fisiológicas, no necesitaba asearse, ni peinarse, ni lavarse la cara o la boca. Y, para colmo, tampoco se veía en el espejo.
Le estaba costando mucho adaptarse a esta nueva vida. Odiaba cuando oía: “Los fantasmas no existen”. Siempre le daban ganas de asustar a quien lo hubiera dicho. O al menos, jugarle una mala pasada. Pero ella era buena; no podía hacer estas cosas. Siempre se comportaría con bondad, ante los demás, estuvieran vivos o muertos.
Al principio le había dado miedo: sí, un fantasma con miedo. Miedo a esa vida, a ser un fantasma. ¿Cómo podría adaptarse a esta nueva situación? Lo bueno es que había llegado aquí sin una sola herida. Si hubiera tenido que sangrar, Charlotte creía que habría muerto varias veces a la vez. Y con todos sus temores, aterrizó en un lugar extraño, pero enseguida vio a los demás, y eso le hizo comenzar a tener confianza.
Sin embargo, lo más impresionante de todo es que ¡LA VEÍAN! Siempre refiriéndonos a los demás fantasmas, claro, ya que sólo los espectros podían detectarse entre ellos. Pero es que no había habido ser humano más transparente que Charlotte en el mundo de los vivos. Podían pasar horas sin que nadie notara siquiera que ella estaba allí. No era interesante, no tenía una conversación amena, ni gustaba a nadie. Por el contrario, en el mundo de los muertos, aquel hombre se había fijado en ella el primer día.
Se acercó a ella y le dijo:
—Hola, soy Jose Luis. ¿Cómo te llamas?
—Charlotte —respondió ella temerosa, como siempre.
—¿Acabas de llegar? ¿Qué te ha ocurrido? —preguntó él con una sonrisa.
—Me atraganté con un osito de gominola.
Jose se rio al escuchar ese comentario. Charlotte bajó la cabeza de nuevo. Ni para morir había sido original: ahogarse con un osito de gominola era la mayor estupidez que se le podía ocurrir, pero es que había sido cierto.
—¡No me lo puedo creer! Es la muerte más original que he oído desde que estoy aquí. ¿Sabes dónde ir? ¿Te ayudo?
Charlotte volvió a alucinar al ver que su historia interesaba a alguien. Enseguida respondió:
—No tengo ni idea de dónde ir, ni qué hacer, la verdad.
—Tranquila, yo te ayudo. Mira, ve a aquel edificio y pregunta por la Señorita Van Darven. Ella es la directora del colegio mayor. Te ayudará a buscar alojamiento mientras estás aquí. Imagino que tendrás que ir a clases; seguirás estudiando, ¿no?
—Si no puedo librarme… —respondió ella sin mucha ilusión.
—Soy profesor de lengua en la Facultad de los Muertos. Seguro que seré tu profe. Nos veremos pronto, Charlotte.
En cuanto entró en el rectorado, la envolvió el buen rollo de dicho lugar. Era curioso, de repente le apetecía enrolarse en esta vida tan extraña.
—Hola, chica nueva. ¿Quién eres?
—Hola, chica guapa. Pasa de mi hermano.
A izquierda y derecha de Charlotte habían aparecido dos increíbles jóvenes, guapísimos, con unas preciosas sonrisas perfectas, sendos pares de ojos azules y verdes como para perderse en ellos, y cabello rubio y castaño claro, respectivamente. Nuestra protagonista creyó estar en un partido de tenis, pues no dejaba de mirar a un lado y al otro para comprobar que, aunque eran sorprendentemente parecidos, se trataba de dos jóvenes diferentes.
—Yo… Eh… La verdad es que… Bueno, me llamo Charlotte y he muerto hace unas horas.
—Hola, Charlotte. Soy Luca. Soy vampiro y morí hace quince años. Estamos aquí para hacer la matrícula, porque el curso comienza mañana. No te asustes porque seamos vampiros. Sólo mordemos a los vivos. ¡Jajajajajaja! ¿Podemos ayudarte? —le explicó el gemelo rubio.
Ciao, bella. Io sonno Piero. Puedes venire conmigo y te ayudaré en tutto lo que necesites. De todos modos, te garantizo que me encantaría morderte la yugular, preciosa —Esta vez habló el otro hermano.
—Hay un problema en todo esto… Yo… Eh… Tengo fobia a la sangre. De modo que mejor, lo dejamos aquí, ¿vale? Ha sido un placer conoceros, chicos —respondió Charlotte, literalmente temblando de pavor.
—No, no, no, no, no y mil veces no. Aquí no se deja nada —replicó Piero, sujetando a la joven fantasma de un brazo. Era curioso que aquel agarre sí surtiera efecto.
—Mira, preciosidad. Como te hemos dicho, no mordemos a los muertos. Y, cuando vayamos a alimentarnos, tendremos cuidadito de que no andes por ahí cerca. ¿De acuerdo? —aclaró Luca.
—De acuerdo. Podremos intentarlo —les respondió ella.
A Charlotte le habían caído genial los hermanos vampiros, de modo que se dejó asesorar y ayudar por ellos. Al cabo de un rato, ya había terminado todos los trámites.
—¿Y qué se supone que se hace ahora, chicos? —preguntó ilusionada.
—Bueno —respondió Piero—, tú no comes y nosotros no chupamos la sangre de muertos, de modo que, si quieres, podemos ir a dar una vuelta por el campus, escuchar música, ver alguna película y pasear… Eso sí: tú y yo solos. Busquemos el modo de dar esquinazo a mi hermano, ¿quieres?
Charlotte estalló en carcajadas. Piero era un conquistador y la tenía obnubilada. Además, era tan perfecto… Pero lo que más le llamaba la atención de él era que la consideraba linda. Ella que había pasado absolutamente desapercibida entre los vivos, que nadie había reparado en que estaba muerta hasta unos minutos más tarde, ella que no era casi nadie en vida… ahora resultaba atractiva a un par de bombonazos que no le quitaban ojo.
Pasaron la tarde más hermosa de su vida, aunque técnicamente ésa ya no era su vida, sino su muerte. Charlotte comenzó a pensar que estar muerta era lo mejor que le había sucedido. Por la noche, los hermanos la acompañaron a su residencia y ambos la despidieron con un beso en la mejilla. Si bien, el beso de Piero se acercó sospechosamente a la comisura de sus labios.
Y al fin hoy comenzaban las clases. Tenía que estar a las ocho en punto en el edificio interfacultativo. Pero al bajar a la calle, sus maravillosos acompañantes estaban esperándola. El camino hasta la facultad fue agradable. Ellos siguieron poniéndola al tanto de todo lo que había ocurrido en aquellos días. Al llegar al “inter” Luca se acercó a dos chicas que estaban esperando en las escaleras de entrada. Las saludó con dos besos y se acercó a su hermano y a Charlotte.
—Chicas, os presento a Charlotte. Llegó ayer mismo, de modo que necesita ayuda —Y dirigiéndose a la chica, le dijo—. Ellas son Emma y Silvia. Son brujas. Llevan tres y cinco años entre los muertos.
—Hola, linda —le saludó Emma.
—Encantada, preciosa —secundó Silvia —. Tenemos clase de lengua a primera hora. Verás cuando entremos, al bombón del profesor. Además, te ayuda mucho a la hora de escribir textos. Todas las dudas que tengas, se las puedes preguntar.
—¡Y tanto! —rio Emma a carcajadas, mientras se dirigían a la clase—. Silvia le pregunta hasta cuando no tiene dudas. Lo que sea por hablar con él.
—Lo conocí ayer mismo, al llegar. Me pareció muy majo— aclaró Charlotte, sentándose con sus amigos, en la primera fila.
—Callaros ya, cotorras. La clase va a comenzar —les reprendió Piero, dejando entrever el pellizco de los celos.
—Buenos días, clase —saludó el profesor—. Como la mayoría sabe ya, tendremos eclipse de sol dentro de una hora. Por esa razón, daremos la clase en el cementerio. Recoged vuestras cosas y dirijámonos allá.